Un 21 de enero de 1924, Vladimir Lenin pasó a la inmortalidad. Lenin es el primer revolucionario que hizo posible, junto a otros grandes dirigentes, la construcción de un partido marxista de masas que gane la mayoría de la clase obrera, tome el poder e inicie la experiencia de un Estado obrero.
Lenin lo hizo
Lenin terminó con la guerra, expropió la burguesía rusa, elevó el nivel cultural de las masas, revolucionó las perspectivas de desarrollo industrial del país y construyó una nueva internacional que peleó por un mundo sin explotados ni oprimidos.
Sin embargo, es inmortal por otra cosa. Sus lecciones, sus conclusiones, son indispensables hoy en día para pensar en Auna perspectiva política que supere el capitalismo.
Las corrientes políticas que han intentado renegar del legado leninista abandonando la construcción de partido, la perspectiva de la toma del poder político por parte de los trabajadores y la necesidad de un régimen centralista democrático, hoy son absorbidas rápidamente por partidos garantes del orden burgués o directamente se extinguieron.
A pesar de esto, los partidos y grupos que intentamos continuar la tarea de Lenin seguimos en pie y hasta creciendo, aunque la tenemos muy difícil. Nuestro mundo cambió, muchos de los problemas que enfrentamos no son los mismos que enfrentó Lenin y muchas veces, al ver el triste destino de los renegados de Lenin, no nos animamos a pensar por nosotros mismos.
No se podía tomar el poder en un país atrasado
Hay que volver a Lenin, pero no para repetir como loros las cosas que dijo en contextos muy distintos, sino, entre otras miles de cosas, para entender el método del dirigente bolchevique para enfrentar los problemas que se desprendían de cada situación.
Imaginen a muchos dirigentes actuales en el contexto de Brest-Litovsk, cuando Lenin aceptó ceder territorio ruso al imperialismo alemán para terminar con la guerra. ¿Se hubiesen comportado con el pragmatismo que requería la situación o estarían haciendo acusaciones morales para ver si pueden disputarle base partidaria a Lenin? Imaginen a militantes de base y cuadros medios opinando mientras él viaja hacia Rusia en el tren alemán con el objetivo manifiesto por parte del Kaiser de debilitar al gobierno provisional enviando opositores al país. ¿Entenderían la necesidad de tener a Lenin en el país o sucumbirían a las críticas menches de “traidor a la patria” y a “agente del imperio alemán”?
Lenin era ante todo un revolucionario. Su herramienta eran las palabras y las ideas, pero estas no eran su objeto de estudio o lo que él quería cambiar. Lenin quería transformar el mundo material, la explotación que sufrían las personas de carne y hueso. No hacía política ficción, hacía política. No decía cosas que no se podían cumplir simplemente para quedar a la izquierda de alguien. No entendía la construcción del partido como un bien en sí mismo, entendía la construcción como un medio para transformar la realidad. Rompía relaciones políticas y las recuperaba sin enconos personales. Trotsky le hizo crueles acusaciones y sin embargo, volvieron a unirse en una batalla decisiva que transformó la historia de la humanidad.
Lenin era marxista, pero muchos de los problemas que tuvo que resolver no encontraban en la vastísima obra de Marx ninguna respuesta.
¿Imaginan a dirigentes actuales actuando de la misma manera o los resentimientos y las reyertas personales los hubiesen obnubilado para perder proporción de las cosas?
Lenin fue Lenin porque se animó a patear el tablero
El mejor homenaje a Lenin que podemos hacer es dejar de lado las acusaciones morales, dejar de hacer política ficción y pelear por el poder de la clase trabajadora en el contexto en el que nos tocó. Esto último, el gran desafío, el quiebra cabezas más importante de nuestras vidas. Lenin tuvo el suyo: tomar el poder en un país atrasado. Ahora sabemos que se puede y se hizo muchas veces más con diferencias en cada caso, pero en ese momento la tradición política marxista entendía que primero había que desarrollar el capitalismo en Rusia y luego pelear por el poder político de la clase trabajadora y la perspectiva socialista. Lenin dio respuesta a esto.
Primero desde el punto de vista teórico, entendió que el capitalismo es un sistema global y que justamente el atraso de Rusia era parte de esa globalidad, no era algo que estuviese por fuera del capitalismo. Después entendió que la burguesía era incapaz de hacer una revolución como la francesa porque era socia minoritaria de la burguesía imperialista y por último tuvo la astucia política de dar la pelea en los soviet para impulsar la toma del poder.
¿Y nosotros?
Nosotros tenemos otros desafíos. Hacer política revolucionaria en un momento no revolucionario. ¿Tenemos que pelear por el poder de la clase trabajadora o debemos acumular políticamente y construirnos hasta “el gran día”? ¿Qué táctica vamos a tener de cara al nacionalismo burgués y el reformismo en un contexto de crecimiento de la extrema derecha y de amenaza a las libertades democráticas? ¿Cómo peleamos por reinstalar la perspectiva de una sociedad socialista en un mundo tomado por el escepticismo y el individualismo? ¿Qué política nos damos ante el surgimiento del teletrabajo y cómo organizamos a esos laburantes? ¿Qué cambios implica en la lucha política la revolución digital y las nuevas tecnologías? ¿Qué innovación en nuestra política debe implicar el cambio climático y la perspectiva de un punto de “no retorno”?
Estas son algunas de las preguntas que Lenin no puede contestar por nosotros. Puede ofrecernos lecturas en las que encontremos paralelismos, puede ayudarnos a entender como él resolvió problemas con algún grado de similitud, pero lo que fundamentalmente puede hacer, es darnos un formato de abordaje profundamente concreto, práctico y desprovisto de frases vacías.
El mejor homenaje
Lenin se animó a patear el tablero, a pensar por fuera de la caja de herramientas teóricas que había en el momento. También fue Lenin porque le salió bien, claro está, pero nunca hubiese cambiado la historia si no se animaba a dar respuesta a un problema nuevo. La revolución la vamos a hacer cuando nos animemos a dar respuestas revolucionarias a problemas de la realidad. “La verdad es siempre concreta”, “gris es toda teoría, amigo mío, y verde el árbol brillante de la vida”, fueron frases que utilizó Lenin para ilustrar lo que estamos tratando hablar en esta nota.
Lenin era marxista, pero muchos de los problemas que tuvo que resolver no encontraban en la vastísima obra de Marx ninguna respuesta. Nosotros somos leninistas, llenaremos estos días de homenajes e inundaremos las redes con nuestras actividades de conmemoración. Pero necesitamos poder enfrentar los problemas que Lenin no enfrentó. A cien años de su muerte, ese es el mejor homenaje que podemos hacerle.