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    El estadío de nuestro movimiento

    2.1 Breve repaso del movimiento trotskista

    El trotskismo surge con su fisionomía de partido independiente en enero de 1933, a partir de la traición histórica del estalinismo que permitió el ascenso de Hitler al poder al negarse a poner en pie un Frente Único contra el nazismo. 

    Con el reflejo de que esta crisis no suscitó una ruptura en masa de los partidos comunistas, expresando el grado de consolidación burocrática de los PCs. Trotsky saca finalmente la conclusión de que el partido estaba corrompido hasta los cimientos, una nueva internacional y un nuevo partido revolucionario aparecían como necesidad histórica.

    La significación histórica de la 4° internacional representa una trinchera de resistencia para salvaguardar las ideas y perspectivas genuinas del marxismo revolucionario ante la degeneración estalinista. En palabras de Trotsky, “la tarea más importante de su vida” fue levantar una fortaleza que asegure la continuidad histórica del verdadero socialismo revolucionario marxista. 

    Someramente repasando la historia de la IC para analizar algunos contrastes: La 1° internacional fue fundacional del movimiento obrero internacional. A pesar de ser una internacional de frente único de corrientes (con marxistas, anarquistas, sindicalistas y reformistas) la tarea de Marx y Engels en ella fue dotar al naciente movimiento obrero de un programa revolucionario y de asentar las bases teóricas del socialismo científico. Fue disuelta tras la derrota de la Comuna de París para que su legado no sea tergiversado por el anarquismo.

    La 2° internacional conquistó partidos de masas en Europa, se convirtió en dirección del movimiento obrero en Alemania y logró gran influencia en otros tantos países. En esa experiencia, los dirigentes marxistas comenzaron un amplio trabajo sindical, político y parlamentario en una época de expansión del capitalismo y de conquistas reivindicativas. Cuando cesó el momento de acumulación capitalista, su paradigma entró en crisis, con la conocida traición de los partidos socialistas en la 1° guerra mundial y la delimitación de su ala revolucionaria.

    La 3° internacional surge de la triunfante Revolución Rusa con la intención de generalizar la experiencia del bolchevismo y propiciar el triunfo de la revolución en el resto de Europa. Pasa por varias etapas, en un primer momento busca acelerar la delimitación entre revolucionarios y reformistas en todos los PCs del mundo. Se procesan muchas de las discusiones estratégicas de la intervención política en la época de crisis, guerras y revoluciones. Lamentablemente, los partidos de la internacional no logran hacerse con el poder en ningún otro país. El aislamiento de la URSS es uno de los factores que posibilita el triunfo de la tesis estalinista del “socialismo en un solo país”, y el auge de la burocratización.

    Con el stalinismo, la 3° internacional se vuelve un apéndice de la burocracia destinado a defender los intereses de la burocracia soviética en todos los países. Es “clausurada” como gesto de buena voluntad frente a las potencias capitalistas a la salida de la 2° guerra mundial y los pactos de Yalta y Postdam, y el rol de las “embajadas estalinistas” queda en manos de los PCs de todo el mundo, que traicionan y organizan derrotas por doquier.

    Trostsky esperaba que una nueva guerra mundial sacudiera los cimientos del movimiento obrero internacional. La 4° internacional podría, al calor de este proceso, volverse una dirección de masas que reemplace a la burocracia como representación internacional del proletariado.

    La 4° internacional logra agrupar a diversos socialistas de todo el mundo y darles un programa común. Si bien eran grupos pequeños y dispersos, en competencia con un partido comunista que ostentaba la dirección del Estado surgido de la revolución de octubre, la autoridad política de Trotsky le daba un carácter objetivo a su organización, además de cohesión y unidad al movimiento.

    Pero el asesinato de Trotsky en 1940, sumado al saldo contradictorio del estalinismo saliendo muy prestigiado de la 2° guerra mundial, dejaron al movimiento trotskista aislado y sin una cohesión unificada.

    Para colmo, la discusión alrededor del defensismo-anti defensismo de la URSS primero, y la actitud frente a los movimientos guerrilleros después, generó la fragmentación total de la 4° internacional y de todo el movimiento. La presión enorme del estalinismo, por un lado, y de los movimientos nacionalistas burgueses y guerrillas, por el otro, junto a las dificultades para forjar una nueva dirección internacional histórica, representaron largos años de ardua acumulación en difíciles condiciones.

    El movimiento transitó una época plagada de riquísimos procesos como la revolución china, bolibiana, la Guerra de Vietnam, las revoluciónes nicaragüense y cubana, el Mayo Francés y el ascenso clasista en Latinoamérica en el medio de un nuevo periodo de lucha fraccional sin una organización que nuclee al conjunto, ni una autoridad histórica que logre matizar las diferencias y contener a todos en una misma organización internacional para generalizar las experiencias.

    2.2 La lucha fraccional como estadío transicional

    Todo nuevo movimiento pasa por un estado de lucha fraccional. Es en esta lucha en la que los diferentes dirigentes y grupos se prueban y salen a flote sus mejores elementos, se prueban los argumentos en la lucha teórica y política. 

    El marxismo fue una fracción dentro del primer movimiento socialista junto a otras como el socialismo utópico y el anarquismo, así como el marxismo ruso de Plejanov surgió como fracción proletaria de los narodnikis (populistas) rusos. A su vez, los propios bolcheviques fueron la fracción revolucionaria del Partido Obrero Socialista de Rusia

    La lucha fraccional es un estadío que se supera o tiende a matizarse cuando surge una dirección histórica. Es un elemento que hace a la propia dialéctica de la democracia socialista, y que es necesaria incluso luego del triunfo de la revolución para mantener el carácter democrático y la salud del poder de la clase obrera.

    El problema es que, reconociendo este estadío del trotskismo, en un contexto en el que ninguna corriente puede atribuirse para sí la hegemonía del movimiento, muchas corrientes y partidos se consideran a sí mismos “EL partido de la revolución”, identificando al resto como reformistas, centristas o directamente contrarrevolucionarios.

    El reconocimiento del estadío fraccional de nuestro movimiento debería aportarnos algún grado de humildad, al identificar que todas las experiencias, al carecer de verdaderas pruebas históricas e internacionalistas, son aún incompletas.

    Está pendiente la creación de partidos revolucionarios de los trabajadores en los diferentes países, así como la creación de una nueva internacional. En tanto la lucha de clases y el movimiento maduren para esa situación, es más que válido hacer nuestra experiencia como grupo mientras haya diferencias políticas, constructivas y de orientación que justifiquen nuestra existencia como grupo particular frente a otros agrupamientos.

    No somos partidarios de las rupturas porque sí, ni de las fusiones oportunistas. Tanto unas como las otras pueden ser necesarias para hacer avanzar el movimiento, o pueden ser crasos errores que hipotequen los desarrollos

    A veces sólo una ruptura permite ver con perspectiva el balance de una experiencia dada y apuntalar un proceso de clarificación política o llevar adelante una política correcta que, por la inercia, la tradición o las posiciones anteriores, de otra manera hubiera sido imposible. Otras veces, la fusión es necesaria para fortalecer a los grupos, sumar influencia orgánica y sintetizar diferentes tradiciones en una experiencia común.

    Los partidos políticos revolucionarios son, en última instancia, relaciones políticas entre personas bajo un programa y acción común. Cuadros y militantes que representan, ellos mismos, la experiencia viva de una parte, pequeña o grande, del movimiento revolucionario internacional.

    2.3 ¿Qué es una dirección histórica?

    Luego de la muerte de Trotsky, el trotskismo ha tenido grandes dirigentes que, a su medida, han logrado importantes intervenciones en la lucha de clases. Construir partidos que “jugaron” en los desarrollos históricos. En Europa está el ejemplo de Ernest Mandel, quien fue colaborador de Trotsky, escapó de los campos de concentración del nazismo durante la ocupación, y logró tener peso entre la juventud y la vanguardia obrera parisina para intervenir en el Mayo Francés, tras lo que su corriente en ese país logró un peso significativo. Fue uno de los teóricos y dirigentes internacionales más importantes del trotskismo hasta su fallecimiento en 1995. Es el responsable de que Francia sea, al día de hoy, una de las capitales del trotskismo internacional.

    En Argentina, Nahuel Moreno fundó su primer grupo, el GOM, en 1940. Fue directo al movimiento obrero del cordón de frigoríficos de Villa Pobladora. Logró cierto peso entre lo más destacado de la vanguardia de la clase obrera, lo que le permitió ser parte de su dirección en la mesa (como ala trotskista) de la “resistencia peronista”, el ala más combativa, antiburocrática, del movimiento obrero de ese momento, a pesar de tener la contradicción de identificar como líder a Perón.

    Luego organizó a su partido para transitar con éxito los duros años de la represión de la dictadura militar de 1976. Envió a algunos de sus cuadros más destacados para que formaran una milicia en la revolución nicaraguense. Con la vuelta de la democracia, aprovechó la primavera democrática para fundar el MAS, que se volvió un enorme partido que llegó a dirigir cientos de comisiones internas de trabajadores y realizar actos de masas como “la plaza del NO” contra el pago al FMI. El MAS superó, momentáneamente, el estadío fraccional del movimiento en Argentina y rozó la influencia de masas.

    Tras la muerte de Nahuel Moreno en 1987, su organización entró en crisis a fines de los ‘80, fragmentando nuevamente al movimiento trotskista argentino y latinoamericano, obligándolo a retrotraerse nuevamente.

    Actualmente, no hay en la izquierda argentina, latinoamericana o mundial, una dirección histórica que cumpla con dichas características. En un futuro partido revolucionario de los trabajadores quizás convivan las fracciones-partidos actuales, quizás lo sea un partido con libertad de tendencias, o quizás se logre síntesis entre distintas tradiciones que se unifiquen bajo un mismo programa revolucionario. 

    Esa tarea no puede realizarse salteando los pasos objetivos de los estadíos de nuestro movimiento, ni puede saldarse con una única discusión sobre la teoría de la revolución, o cualquier otro tema abstraído de la experiencia concreta, militante y revolucionaria. Hasta el surgimiento de una dirección histórica, cada grupo deberá probar la justeza de su paradigma teórico político y constructivo de cara a la propia lucha de clases.

    2.4 ¿Cómo forjar nuestra dirección y nuestra orgánica?

    Resistencia Socialista no quiso ser, inicialmente, un grupo independiente, sino que se planteó como tendencia al interior del Nuevo MAS para criticar su desviación electoralista y burocrática. Nuestra expulsión sumaria nos obligó a comenzar los preparativos para fundarnos como grupo independiente.

    La crisis que llevó a la ruptura del Nuevo MAS no fue un rayo en el cielo sereno. Antes existió la crisis del PSTU en Brasil cuando apoyó, junto a la derecha, el Impeachment a Dilma Ruseff. En nuestro país, existió la ruptura del Partido Obrero que derivó en la expulsión de Política Obrera (fundado por Altamira). En Brasil, el MTR sufrió una pequeña ruptura tras negarse a votar contra Bolsonaro, por poner ejemplos de los últimos 5 años. Antes de estos eventos, múltiples grupos han sido expulsados del PTS, el PO, el MST y demás corrientes.

    Todos estos partidos afirman ser leninistas y regirse por las leyes del centralismo democrático. Por lo general, han acusado a los grupos que expulsan de “romper la disciplina partidaria”, ser “pequeño burgueses” o “liquidacionistas”. En definitiva, no han podido contener las disidencias dentro de sus organizaciones.

    A grandes rasgos, cuando han tenido que superar discusiones internas, los partidos trotskistas han actuado con métodos burocráticos y filo estalinistas. Expulsiones sumarias, persecuciones, calumnias.

    Es sabido que el régimen de una organización se pone a prueba, justamente, cuando surgen diferencias políticas. En el reino de la unanimidad, cualquiera puede jactarse de ser “el partido más democrático de Latinoamérica”.

    Creemos que estos manejos responden al estadío de nuestro movimiento. Las tendencias y fracciones pequeñas suelen ser grupos más ligados a algún caudillo teórico o político, más homogéneas y cohesionadas por su aislamiento y sectarismo. Son características defensivas políticas y psicológicas a las que tienden naturalmente los grupos chicos frente a la amenaza de cooptación por los grupos políticos más grandes y atractivos.

    El problema es que estas características defensivas operan contra el propio desarrollo del grupo. Cualquier grupo que se precie debe superar su estadío de grupo para lograr un crecimiento e influencia mayor. Cuando las organizaciones crecen y tienen más roces y responsabilidades, cuando los jóvenes cuadros comienzan a madurar, surgen disidencias, presiones al cambio generacional, reflejos de nuevos movimientos que ponen a prueba la teoría y política de la organización, etc.

    Cuando los partidos son verdaderas organizaciones nacionales o internacionales y dirigen sectores obreros, sindicatos, regionales con influencia en distintos movimientos de lucha, deben ser más “institucionales” por necesidad. En estos casos, la presión defensiva se vuelve más “maleable”. El partido es más ecléctico y oportunista para mantenerse unido. La dificultad comienza a ser mantener la organicidad detrás de una política correcta sin que la enorme estructura institucional se vuelva un pesado lastre para la intervención revolucionaria. 

    La dificultad para pasar del estadío fraccional a una confluencia mayor, a la construcción de verdaderos partidos revolucionarios, requiere de la superación de pruebas en la propia lucha de clases, de tener siempre una política revolucionaria y la suficiente flexibilidad para saber girar, o al menos contener las discusiones que no siempre se expresan en la dicotomía revolución-contrarrevolución, porque verlas así es un rasgo de sectarismo mesiánico que impide a la propia organización girar hacia la dirección correcta cuando tiene una desviación.

    Si bien se debe reivindicar el centralismo democrático como forma organizativa-política, por surgir de la propia dinámica de la democracia obrera y su experiencia histórica, hay que partir de que todo aprendizaje en el marxismo está ligado a su contexto histórico. Las conclusiones políticas generales deben poder ser aplicadas correctamente partiendo del análisis concreto de la situación concreta

    Las direcciones, así como los regímenes partidarios, no se establecen de la noche a la mañana, por decreto. Son construcciones históricas ligadas a la experiencia concreta y la relación entre los dirigentes, los militantes, la clase trabajadora y los movimientos de lucha.

    En ese marco y a sabiendas del carácter inicial de nuestro grupo, su heterogeneidad y la falta de una experiencia de verdaderas pruebas en la lucha de clases para sus dirigentes, cuadros y militantes, para Resistencia Socialista sería absurdo imponer por votación, antes de comenzar a intervenir en la lucha, una dirección y un funcionamiento completamente institucionalizado. Sin embargo, podemos proponer algunos lineamientos generales que nos permitan establecer una orgánica y  un norte político para establecer el comienzo de nuestra experiencia en la lucha como grupo independiente, apuntando a un desarrollo que nos permita ir construyendo los andamios de nuestra nueva organización.

    2.5 Propuesta de resoluciones:

    1- La reivindicación del centralismo democrático como marco general. La mayor libertad en la discusión, el mayor centralismo en la acción. 

    2- Nos constituiremos como grupo orgánico-militante-revolucionario en la perspectiva de convocar a un congreso, en uno o dos años, para superar nuestro estadío de grupo y constituir una dirección partidaria para nuestra corriente.

    3- Poner en pie una reunión plenaria, virtual, de un órgano de dirección integrado por todos aquellos compañeros que formaron parte del grupo desde la pelea interna constitutiva, privilegiando la prueba de haber dado esa pelea de manera común, sin doblegarse y hasta el final. Ese órgano se debería reunir cada 15 días o un mes y será considerado el órgano máximo de dirección del grupo.

    4- Poner en pie un órgano político, portal digital, multimedio, etc, como herramienta para intervenir políticamente. Ese órgano estará integrado por compañeros votados por el plenario y será el encargado de elaborar, en la cotidianidad, la política general de Resistencia Socialista. A pesar de no estar en el equipo regular, todo compañero considerado militante tendrá derecho a publicar en el órgano político con su firma, si así lo desea, en las ediciones regulares del órgano político o el portal en general.

    5- Constituir equipos presenciales por región que se reúnan semanalmente para organizar la actividad política, constructiva y sindical en las estructuras.

    6- Establecer, así mismo, una reunión virtual para seguir, semanalmente, el trabajo político y constructivo de los compañeros que están en otros países.

    7- Establecer algunos criterios generales de nuestra orgánica interna y carácter como grupo y militante:

    a- Los criterios para ser considerado militante son los clásicos del leninismo, cotizar, reunirse semanalmente siendo orgánico al equipo y distribuir el órgano partidario.

    b- Se establece como índice de cotización lo equivalente a un jornal, 1/22 del ingreso mensual del compañero/a.

    c- Ningún órgano menor puede anular algo votado en un órgano mayor.

    8- Ponernos un objetivo inicial de llegar, en un próximo período, a un piso numérico de militantes plenos y suscriptores pagos de nuestro portal para sustentar la actividad de nuestro grupo y nuestro órgano político.

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