¿Cansado de lidiar con ese troll que dice “ÑOQUICET”? Te brindamos algunas herramientas básicas para discutir sus argumentos.
En medio del debate sobre el CONICET, los que bancan su desfinanciamiento suelen usar argumentos que para algunos podrán sonar convincentes, pero que no tienen pies ni cabeza si te los ponés a pensar detenidamente. Te traemos los siete argumentos principales de los partidarios de Milei y La Libertad Avanza sobre el CONICET, y siete respuestas para mandar a Adorni a jugar al Age of Empires.
7 argumentos de la derecha libertaria sobre el CONICET y cómo refutarlos:
Despilfarro de fondos: Los partidarios de Milei argumentan que el CONICET representa un gasto público excesivo, insinuando que financiar investigadores es malgastar recursos “escasos”. Aunque es necesario que los fondos públicos se usen de forma “eficiente”, cabe preguntarse: ¿qué define realmente la “eficiencia” en este contexto? Muchas veces, “eficiencia” es un eufemismo que encubre el desvío de fondos hacia otros sectores (ver el quinto argumento). También llamado “argumento NASA”, por las comparaciones exageradas entre el CONICET, la “NASA” y la “Agencia Aeroespacial Europea” que algunos desorbitados intentaron a fines de 2023.
Cualquier persona cuerda estaría de acuerdo con que la investigación científica es necesaria, hoy en día, para el desarrollo a largo plazo de una sociedad. Entonces, ¿por qué desfinanciar una de las instituciones científicas mejores rankeadas a nivel mundial? Las investigaciones realizadas desde el CONICET han llevado a avances significativos en campos como la medicina, la tecnología y la agricultura, y han generado impactos positivos en la calidad de vida de la gente y la economía del país. Además, ¿qué es realmente un despilfarro: el desarrollo de inmunoterapias contra el cáncer o gastar 650 millones de dólares en aviones de guerra obsoletos porque papá EE.UU. te lo pide?
Inversión en áreas no prioritarias o investigaciones “inmorales”: Este argumento tiene dos aristas. Por un lado, los libertarios dicen que se invierte plata del Estado en áreas de investigación no prioritarias –sobre todo, ciencias sociales y humanidades, que algunos locos llaman “nidos de marxistas”–. Por otro, dicen que se financian líneas de investigación “indecentes”. Por ejemplo, hace poco, Twitter se llenó de “moralistas” que buscaban términos como “ano”, “culo” o “tortas” en el repositorio del CONICET y pegaban los resultados que encontraban. Incluso, Salamone, actual presidente del organismo, ha intervenido para eliminar títulos de ponencias o artículos que se consideraban “escandalosos”, aunque estas acciones fueron revertidas gracias al fuerte rechazo social que generó esa medida. Este argumento también se conoce como el “argumento del ano dilatado de Batman” (aquí una nota excelente que refuta las afirmaciones de los libertarios sobre la investigación de Facundo Saxe).
En defensa de las ciencias sociales
Sí, no está mal que una sociedad discuta priorizar ciertas áreas de investigación (aunque esa discusión necesita desarrollarse de forma distinta a los mecanismos actuales). Pero limitar la diversidad de proyectos podría inhibir el potencial de descubrimientos y desarrollos futuros, aunque no sean evidentes o no se consideren “relevantes” –como ocurrió con la teoría de la relatividad de Einstein o el descubrimiento de los rayos X–. Sobre las ciencias sociales y humanas, aunque muchas veces la derecha argumenta su falta de aplicación, son centrales para comprender nuestras sociedades, nuestra historia, cultura y sistemas políticos, lo que es extremadamente relevante para abordar los distintos problemas que surgen en un mundo cada vez más desigual y convulsionado.
Las investigaciones en ciencias sociales proveen información vital para la toma de decisiones y el diseño de políticas públicas, educación, salud, economía, etcétera, informaciones sin las cuales esas políticas podrían ser quizás perjudiciales. Además, contribuyen al desarrollo de una sociedad con pensamiento crítico, la resolución de problemas, la comunicación efectiva y la empatía –habilidades que, de hecho, son cada vez más demandadas en el mercado laboral actual, nacional e internacionalmente–. Finalmente, promueven el desarrollo de sociedades plurales y diversas, valores cruciales para cualquier sistema democrático.
Ideologización y politización: Se acusa al CONICET de estar financiado por agendas partidarias o ideológicas. La buscada objetividad de la ciencia ha sido una de sus principales características desde su surgimiento a fines de siglo XVII, aunque muchos especialistas problematizan una idea de objetividad y neutralidad absolutas. Sin embargo, el CONICET y la comunidad científica en general trabajan constantemente para garantizar la integridad y objetividad de la investigación, usando métodos como la revisión por pares, la transparencia en los procesos, la discusión en congresos y la replicación de resultados. Los caballitos de la posverdad usan este tipo de acusaciones sin pruebas para socavar la confianza en la ciencia como institución, lo que está en sintonía con los objetivos usuales de las “granjas de trolls”.
Entitlement y elitismo académico: Los libertarios tildan a los investigadores del CONICET de “encumbrados”, argumento ad hominem que se basa en estereotipos sobre la personalidad social de quienes investigan como “soberbios”, “egocéntricos” o “privilegiados”. Es necesario promover el acceso al conocimiento para toda la sociedad, pero para construir una buena ciencia también es importante garantizar la excelencia académica. En el sistema actual, que deja muchísimo que desear por su carácter precarizado y extremadamente productivista y competitivo (pero eso es otra discusión), los investigadores de CONICET son seleccionados mediante procesos de evaluación de su capacidad y potencial, con la intención de garantizar altos estándares de calidad y contribuir al avance del conocimiento en diversas disciplinas.
Ineficiencia: Los libertarios argumentan que el CONICET carece de eficiencia, como si la investigación científica pudiera medirse con métricas de productividad empresarial (mayoritariamente, estadísticas simplistas que no consideran aspectos cualitativos). Cabe señalar que ese tipo de métricas muchas veces son usadas por el propio sistema científico, que hoy valora más la cantidad de papers publicados que la calidad o el impacto de una investigación.
Este argumento desestima el componente “humano” y “social” de la investigación, porque no considera la formación sólida de los nuevos investigadores ni el impacto a mediano o largo plazo de las investigaciones para la sociedad, ni, por último, el carácter gradual y acumulativo de la producción de conocimiento y descubrimientos científicos (que pueden ser no evidentes a primera vista). Además, la supuesta “eficacia” ha sido un comodín repetido de la derecha para encubrir el interés de que sean siempre los mismos los que se llevan la riqueza.
Falta de logros significativos: Los partidarios del desfinanciamiento señalan que el CONICET no generó logros significativos y proponen privatizarlo. Parecen pensar que los avances científicos equivalen a productos de consumo inmediato. Sin embargo, ignoran los desarrollos hechos por investigaciones financiadas por el CONICET. Desde aplicaciones en agrobiotecnología para la tolerancia al estrés por falta de agua en cultivos hasta la creación de la primera planta de baterías de litio en Sudamérica, pasando por terapias para enfermedades como la atrofia muscular espinal y desarrollos en inmunoterapias contra el cáncer.
Estigma del ñoqui científico: Se acusa a los investigadores del CONICET de ser ñoquis o vagos, como si dedicar su vida a la producción de conocimiento social fuera una actividad fácil, improductiva y sin mérito. ¿Qué se esconde al desestimar el compromiso y la dedicación de los investigadores con su trabajo y su contribución a la producción del conocimiento? Muchos pasan largas horas en laboratorios o en el campo, enfrentando desafíos y sacrificios personales. Además, este trabajo es fundamental para el desarrollo socioeconómico del país, ya que contribuye al avance de la ciencia, la tecnología y la innovación, lo que genera beneficios para toda la sociedad.