El presidente Milei disertó el 26 de marzo en el foro internacional de IEFA, que, según la convocatoria, reúne a líderes y empresarios para debatir el rol de América Latina en la economía global y la cooperación para un mundo sustentable.
Entre las frases más resonantes dijo que su plan tiene “mucha licuadora y mucha motosierra”, se manifestó “orgulloso de acabar con la obra pública”, de haber “recortado 200.000 planes sociales” y de despedir “50.000 personas del Estado”, agregando cínicamente que “para el fin de semana largo iban a ser 70.000”.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, salió a corregir al Presidente. Despidieron solo 15.000 personas. Hay 70.000 en revisión para futuros despidos, pero tienen su puesto asegurado por los próximos seis meses. ¡Menos mal!
Estos recortes ocurren al mismo tiempo que el INDEC revela índices preocupantes. Según las mediciones, en el último semestre de 2023 la pobreza ascendió al 41,7%, mientras que la indigencia llegó al 11,9%. Niveles que no se registraba desde el 2006, hace 17 años, y sin tener en cuenta la escalada inflacionaria que atravesamos después de la devaluación de Caputo, que acumula más de 70%.
El Presidente dice estar “orgulloso” de destruir puestos de trabajo y se jacta de utilizar la motosierra (despidos masivos) y la licuadora (pérdida brutal de nuestro poder adquisitivo). Estamos ante un Gobierno completamente cruel, cínico, sádico, que se ríe de la desgracia de la gente, que disfruta con el dolor del pueblo y que goza con la destrucción de nuestro salario mes a mes.
Los recortes del Gobierno derivaron en que áreas enteras dejaran de funcionar, según detallaba una nota de en Página/12, como las oficinas de ANSES o Desarrollo Social en puntos territoriales clave. ”El desprecio y la improvisación del Gobierno se evidencian en situaciones como el cierre repentino de oficinas, donde algunos empleados se enteran por los propietarios de los locales alquilados, que recibían a los nuevos inquilinos”, continúa el artículo.
Los estatales responden
En una entrevista brindada a El Destape, cuando Reynaldo Sietecase consultó al secretario general de ATE sobre estas declaraciones del Presidente, Rodolfo Aguiar dijo algo muy interesante que tiene que ver con la metodología Milei. “(El Presidente) anunció 50.000 despidos en el Estado, no sucedieron. Anunció que se cierra Télam, pero no se cierra porque se creó por ley, por lo tanto, no se puede cerrar. Que se cierra el INADI, pero están todos los trabajadores yendo, porque se creó por ley. Anunció que se cierran los centros de desarrollo del Ministerio de Desarrollo Social, o la Agricultura Familiar, pero en realidad no hay despidos. No digo que no los vaya a haber, pero eso es un delirio, muestra que este Gobierno no conoce ni siquiera el Estado, porque está hablando casi de la mitad del recurso humano que tiene la administración pública”.
Aguiar también señaló la completa ilegalidad de los despidos, para los que se utilizó el eufemismo de “finalización de contrato”. Es importante entender que en el ámbito público, la estabilidad laboral está reconocida por ley. “Cuando un trabajador realiza tareas equivalentes a los empleados permanentes, tiene una franja horaria similar y recibe instrucciones de un mismo superior jerárquico, la ley considera esto como fraude laboral que requiere estabilidad inmediata”, explicó el sindicalista.
El gremio estatal está llamando a los trabajadores a que asistan a sus puestos de trabajo normalmente el próximo 3 de abril, amparándose en la ilegalidad de los despidos del Gobierno. Esta medida se acompañará con manifestaciones y acciones de protesta en las distintas dependencias. Se apunta a no naturalizar un atropello que es, a todas luces, ilegal, ilegítimo, antipopular y autoritario.
El Gobierno acelera
Milei no cuenta con el apoyo parlamentario para poder llevar adelante las medidas de su programa por las vías institucionales, ni tiene todavía el famoso “Pacto de Mayo” con los gobernadores. Entonces, avanza de hecho. Ante la ausencia de una oposición firme en las calles, o de una oposición parlamentaria que apunte, por ejemplo, a cuestionar la constitucionalidad de sus medidas y plantear un juicio político, acelera, tratando de imponer transformaciones estructurales e irreversibles po la vía fáctica.
Marx desarrolla en su famoso texto, “el 18 Brumario de Luis Bonaparte”, la descripción de un gobernante que sobrepasa las instituciones del estado republicano y, a través de medidas autoritarias y el equilibrio en su propia figura, intenta derrotar un proceso de movilización obrera y popular. Desde la publicación de ese clásico, los marxistas hemos acuñado el término “bonapartista” para caracterizar a esta forma de gobierno.
Las medidas del Gobierno, bajo la táctica de Milei, exacerban los ataques a los trabajadores para que cansados y frustrados, aceptan retiros voluntarios o despidos ilegales. Una topadora que busca llevarse puesto todo sin preguntar. Un combo de ataques permanentes para que aceptemos sin chistar las medidas antipopulares del Ejecutivo.
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Perseguir otro horizonte
El triunfo de Milei fue posible debido al desastre económico tras Alberto Fernández y a la pérdida de poder adquisitivo que ya veníamos sufriendo desde Macri.
Una encuesta reciente de la consultora Zubán Córdoba reveló que el 88,5% de la gente reconoce que todos estamos pagando el ajuste, mientras que el 70% dice que estamos peor desde que Milei es presidente. Además, el 53% de la gente tiene miedo de perder su trabajo. A pesar de todo, el núcleo de apoyo al gobierno sigue siendo alto, superior el 40%, lo que indica una falta de perspectiva y alternativas viables por parte de la oposición.
Hay un chiste político clásico que cuenta que un presidente, en el marco de un discurso a la mitad de su gestión, le dijo a su pueblo: “la salida de la crisis ya es visible en el horizonte”. Un ciudadano pobre preguntó al mandatario desde la tribuna, “¿qué es el horizonte?”, y el Presidente lo mandó a consultar el diccionario. Al llegar a su casa el hombre, ávido de conocimiento, tomó una enciclopedia y se encontró con la siguiente definición: “Horizonte, una línea imaginaria que separa el cielo de la tierra y que se aleja cuando uno se acerca”.
Esperar pasivamente el mejoramiento de la situación económica creyendo en promesas vanas no es una opción. Las palabras bonitas que hablan de luz al final del túnel, de segundo semestre o de lluvia de inversiones son sólo excusas para que soportemos el ajuste sin chistar. Debemos construir nuestro destino con nuestras propias manos, resistiendo cada vejación y ataque a nuestros derechos adquiridos.