En el medio del campo flamea una bandera de Los Piojos. Mientras, en el escenario, el pibe Dillom incendia el Movistar Arena. Ahora comparte un tema con Juliana Gattas y Ale Sergi de Miranda! que exhibe su remera de 2 minutos. Hace un ratito las estrofas de Una Vela, el clásico de Intoxicados, anticiparon la festejada Rili Rili y, en un par de temas, va a venir Calamaro, el Salmón, el de Flaca, Costumbres Argentina y una lista interminable de hits, que hoy se viste de Output Input para estar acorde a la ocasión.
El abril de Pascuas trajo la despedida de Post Mortem para Dillom, un artista mesiánico que resucitó y, sin querer queriendo, unió las innumerables tribus urbanas y musicales de este prolífico país. Tampoco quiero aburrir enumerando la cantidad de géneros y sonidos con los que se codea. En el párrafo anterior no llegué ni a la mitad y me quedó afuera el meneo de Hegemónica, la cumbia que grabó con L-Gante, y la nostálgica emoción de la chica que tenía al lado recordando sus tardes de MTV esuchando a Blink 182.
Hermanos de sangre
No sería justo simplificar lo que se vivió en el imponente estadio del barrio Villa Crespo hablando sólo de la versatilidad del artista. Dillom construyó un universo propio y sólido desde el arte de tapa de su disco, la potente escenografía con un juego de luces que por momentos roza lo tétrico y su crew que le banca la parada en cada show, tanto arriba como abajo del escenario.
Desde temprano se llenó la fila del Movistar Arena. La plaza Los Andes fue el epicentro de la previa, compartida con alguna bandita del barrio o de compañeros que recién salían del trabajo. A los que iban a ver a Dillom se los distinguía, en muchos casos, por tener la remera blanca con manchas de sangre.
Apenas pasadas las 21, se apagaron las luces y se escuchó la voz de Pergolini narrando un fragmento de Demian, uno de los tracks del disco que se despedía. El piberio se mandó para adelante, sabiendo que iban a ser los últimos segundos de tranquilidad de la noche. A Dillom lo trajeron en un ataúd, del cual salió como un zombie rubio y perverso escupiendo las rimas de Post Mortem.
Con el celu guardado y las zapatillas bien atadas
Se desató el pogo en el cementerio con un repaso casi total del disco y la bienvenida oficial de Ola de suicidios, tema recién salidito del horno y presentado una semana antes en un sorpresivo show en el Art Media que anunció unas horitas antes de subir al escenario.
Durante poco más que una hora y cuarto, Dillom encendió a un público que usó muchísimo menos el celular que lo que se acostumbra en un evento masivo. Quizás, sea una de las pruebas del magnetismo y el agite que provoca. Paradójicamente, el tema para bajar un cambio se llama 220. Lo introdujo con un emotivo agradecimiento a su gente y a su exitoso Post Mortem: “todos le tenemos mucho cariño a esta etapa de nuestras vida y a este disco, y eso es gracias a ustedes”.
Para el final, quedó la celebradìsima y alegre Rocketpowers, con Saramalacara de invitada, Reality, y la ronda más desquiciada de la noche, con el propio Dillom nadando entre la gente y el cierre con Amigos nuevos, uno de esos temas que ya tienen pinta de himno.
La gente se fue en un estado de éxtasis total y al más osado ya se lo veía averiguando cuánto salen los pasajes para seguir la gira despedida de Post Mortem por Rosario y Córdoba.
Ariel Dauría Pereyra