“Cómo les van a dar la jubilación a los que no aportaron, eso es injusto con los que aportaron”, escuché una y mil veces, incluso de personas provenientes de la clase trabajadora. Nunca escuché: “Cómo van a dejar que los empresarios tengan en negro a sus empleados, hay que ponerles multas para que puedan tener aportes y jubilarse”.
Según Antonio Gramsci esto es provocado por la hegemonía de la clase dirigente sobre la clase obrera. Ellos logran que culpemos de nuestros problemas y no al que está arriba.
Algo empezó a pasar. En medio del ajuste a los jubilados por parte del gobierno de Milei, se empezó a ver en los reels de Instagram y en los videos de Tik Tok las apariciones que más de 30 años atrás hacía Norma Pla
Pero, algo empezó a pasar. En medio del ajuste a jubilados por parte del gobierno de Milei, se empezó a ver en los reels de Instagram y en los videos de Tik Tok las apariciones que más de 30 años atrás hacía Norma Pla, activista jubilada y luchadora contra el gobierno de Menem.
Luego, aparecieron videos de youtubers, influencers y una gran cantidad de contenido digital empezó a circular reivindicando su lucha y su reclamo. Esta nota intentará aportar a esta ola de reivindicación de Norma para que extraigamos ideas y sentimientos que nos sirvan a este presente.
Empecemos
La madre de Norma Beatríz Guimil fue empleada doméstica de la familia Martínez de Hoz y el padre, guarda del Tranvía 22. Norma, nació en 1932 en Villa Domínico, pero vivió toda su vida en el barrio San José de Temperley. A los 13 años Norma dejó la escuela y tuvo que ponerse a trabajar en una fábrica. Luego, empezó en el rubro limpieza, tanto de lugares de trabajo como de casas particulares, al igual que su mamá.
Primero hay que saber sufrir
Norma, tuvo muchos trabajos, decenas de patrones y clientes a lo largo de su vida, pero nunca estuvo en un empleo registrado. ¿Fue culpa de ella? ¿Ella eligió libremente trabajar en negro para luego reclamar cobrar una mejor jubilación? El argumento contra “los que no aportaron” en general se disipa cuando vamos a las particulares historias de vida.
Seis años después, Norma tenía 19 años y conoció a Miguel Pla de 28 años, un obrero gráfico de la zona. Luego de noviar un tiempo, se casaron y se fueron a vivir juntos. Primero alquilaron y después de unos años lograron comprarse una pequeña casa en San José. Tuvieron cuatro hijos y luego fueron abuelos.
En 1982, la fábrica de Miguel cerró y el esposo de Norma nunca más volvió a conseguir empleo en blanco. Si bién hizo changas, tuvo trabajos intermitentes en negro, ya estaba grande y nadie quería regristrarlo. Esto hizo que Miguel no se pudiese jubilar. La pareja hacía todo tipo de labores, vendía golosinas en el baño de un boliche que después limpiaba y era ayudada por sus hijos. De esta manera, llegaba a fin de mes con lo justo.
Pocos años después Miguel murió. Norma recibió una pensión miserable que no le alcanzaba ni para comer, siguió haciendo changas y recibió la ayuda de sus hijos. Desde ese lugar de extrema vulnerabilidad, se enfrentó a uno de los gobiernos más hegemónicos de la historia argentina: el menemismo.
La lucha: “Somos más pueblo que milicos, nunca se olviden de eso”
Norma salió a luchar por primera vez en 1991. Fue una movilización en Plaza Lavalle para reclamar aumento a los jubilados. Menem hacía dos años que estaba gobernado y, después de una intensa lucha, llegaba la estabilización de la mano de la convertibilidad y el alineamiento con el consenso de Washington. Esto hizo que durante un tiempo, los jubilados fueron prácticamente el único actor social en la calle.
¿Cómo le fue a los trabajadores con Menem y las privatizaciones?
Luego, gracias a su facilidad de palabra y elocuencia, se volvió la líder de un movimiento jubilado que crecía al compás de una crisis que generaba hambre entre los viejos y los chicos. Durante cinco años, todos los miércoles, cortaba la calle en frente al Congreso para exigir 450 pesos (que en ese momento equivalía a 450 dólares) de jubilación mínima. En ese momento, los jubilados ganaban la mitad.
“Siempre estoy detenida, pero no por ladrona ni por corrupta, sino por decirle la verdad a estos señores que nos están apaleando constantemente, pero la vamos a seguir. Somos más pueblo que milicos, que no se olviden de eso”
El día que Cavallo lloró
“No llore, señor ministro. Sea fuerte para defender lo suyo. Usted tiene madre, pero seguro no está con nosotros en la Plaza Lavalle. Tal vez no pague la deuda externa, pero pague a los jubilados. Piense en su Patria. Si lo presionan, salga al balcón y dígalo; el pueblo lo apoyará”, dijo Norma en frente del chicago boy en pleno momento televisivo un 5 de junio de 1991.
Todos contra Norma
A medida de que la lucha de Norma y los jubilados comenzó a crecer, el gobierno tuvo dos tácticas. La primera y más elemental: reprimirlos. Norma tuvo 26 procesos judiciales, estuvo detenida en varias ocasiones pero nunca lograron quebrarla, Norma nunca dejó de luchar. “Siempre estoy detenida, pero no por ladrona ni por corrupta, sino por decirle la verdad a estos señores que nos están apaleando constantemente, pero la vamos a seguir. Somos más pueblo que milicos, que no se olviden de eso”, fue una de sus respuestas.
Cómo no pudieron quebrarla, intentaron ridiculizarla. Los cruces de Norma con Mauro Viale (de tal palo, tal astilla) y con Gerardo Sofovich, siguen se convirtieron en piezas de reliquia de la televisión argentina. Una jubilada, sin estudios logró poner en jaque a dos pesos pesados de los medios de los 90, en pleno prime time.
“Usted quiere protagonismo”, le repetía Mauro Viale, “quiere su lugar en la televisión”. “No señor, está equivocado, yo quiero mis 450 pesos y me quedo en mi casa. Yo no soy nadie, a mi me eligieron los jubilados para hablar”. Norma era directa, de palabras simples, llanas, pero era muy rápida para contestar, muy elocuente. En esas entrevistas, cosechó un gran apoyo de la audiencia y otra vez el tiro les había salido por la culata.
Hace 28 años, en enero de 1996, Norma asistió a su última marcha a los 63 años. Venía muy golpeada por un cáncer de mama y falleció en su casa el 18 de junio. Hubo que esperar hasta 7 años para que se pudiesen jubilar personas que no tenían aportes o que les faltaban algunos años. Recién en el 2006, el gobierno de Néstor Kirchner subió la jubilación a 470 pesos, aunque en ese momento, el dólar ya se había devaluado a 4 pesos.
Probablemente el legado más importante de Norma fue mostrar cómo se puede encontrar la dignidad en la lucha y la de darle voz a un colectivo históricamente olvidado. Cada vez que escuches que alguien te diga que es injusto que se hayan jubilado personas que no tienen aportes, hablales de esta historia, hablales de Norma Pla.