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    ¿Cómo le fue a los trabajadores con Menem y las privatizaciones?

    El presidente electo, Javier Milei dice que “por escándalo, Menem fue el mejor presidente de la Argentina”  y aseguró que privatizará “todo lo que pueda estar en manos privadas”. Una política que ya tuvo su ensayo en el menemismo. En esta nota, vamos a analizar como resultó esto para los trabajadores.

    En 1989 la hiperinflación pulverizó el salario de los trabajadores y sentenció de muerte al gobierno de Alfonsín, que tuvo que entregar el poder anticipadamente.

    Así asumió Carlos Saúl Menem, quien había hecho su campaña prometiendo “salariazo” y la “revolución productiva”, pero en realidad lo que buscaba era instalar en Argentina el neoliberalismo del Consenso de Washington, profundizando aún más este modelo que ya había empezado a aplicar Martínez de Hoz durante la última dictadura cívico-militar.

    Saqueos durante la hiperinflación de 1989

    Dolarización, destrucción de la industria y precarización

    En marzo de 1991 Menem nombró como ministro de Economía a Domingo Cavallo, quien puso en marcha el plan de Convertibilidad, el famoso “uno a uno” que establecía la paridad entre el peso y el dólar. El Estado no podía emitir pesos sin un respaldo en dólares, los cuales debía obtener mediante los préstamos internacionales y las privatizaciones. A lo largo de la década la convertibilidad destruyó completamente la industria nacional producto de la avalancha de productos importados, facilitada por la quita de restricciones aduaneras, lo que incrementó aún más el desempleo y la exclusión.

    Cavallo, a su vez, siguiendo los lineamientos de los organismos financieros internacionales, eliminó el control de precios, paralizó las obras públicas, recortó los presupuestos para educación y salud (¿No te suena parecido a las propuestas de algún candidato?).

    Las privatizaciones del período menemista significaron el desmantelamiento y venta en partes o regaladas de las grandes empresas públicas. Las empresas estatales privatizadas fueron ENTEL (empresa telefónica), SEGBA (electricidad), Aerolíneas Argentinas (aviación), OSN (Obras Sanitarias Nacionales), YPF (petrolera), SOMISA (siderurgia) y los ferrocarriles. Los argumentos para las ventas fueron que el déficit fiscal y que el Estado no podía financiar la modernización de las empresas para que sean productivas y eficientes.

    Chiste de Sendra. Diario Clarín

    Para los trabajadores la reconversión de las empresas significó la adecuación a nuevas formas de productividad flexibilizadas, retiros “voluntarios”, reducción drástica de los planteles y la tercerización de sectores que eran parte de las empresas. Junto con las privatizaciones el ataque a la clase trabajadora contó con la Ley Nacional de Empleo (1991) que facilitaba el trabajo temporario y la flexibilización, y la privatización de las jubilaciones creándose las AFJP (1993).

    Ómnibus de Dromi a Milei

    Roberto Dromi, autodefinido “ministro de las Privatizaciones”, del Gobierno de Menem fue el titular del Ministerio de Obras y Servicios Públicos desde 1989 hasta 1991, año en el que tuvo que tuvo que renunciar por un conocido caso de coimas recordado como el swiftgate.

    En una nota publicada en Diario Perfil, el periodista Carlos Burgueño contó que el equipo de asesores de Javier Milei se reunió con Dromi cuál es la mejor manera de encarar las privatizaciones que quiere hacer el presidente electo.

    Según cuentan en otro nota de Diario AR, firmada por Victoria de Massi, las reuniones se hacían en la casa de otro ex funcionario menemista: Roque Fernández. Las conclusiones de estos encuentros terminaron por convencer a Javier Milei de enviar una nueva “ley ómnibus” al Congreso.

    La leyes ómnibus fue la estrategia de Dromi para avanzar con las privatizaciones. En esencia es meter muchas reformas en una sola ley y hacerlas votar todas juntas. Según dijo Milei en un reportaje con Majul, esta normativa se empezará a tratar en sesiones extraordinarias el 11 de diciembre, un día después de la asunción del próximo Gobierno.

    Cavallo  eliminó el control de precios, paralizó las obras públicas, recortó los presupuestos para educación y salud (¿No te suena parecido a las propuestas de algún candidato?).

    En 1995, tras reformar la Constitución el año anterior, Menem fue reelecto con un 48 % de los votos. Sin embargo, ese mismo año la desocupación alcanzó a 3.600.000 personas, un 18,6 % de la población total de entonces, siendo esta la tasa de desocupación más alta en la historia hasta ese momento.

    Desde la dictadura la sociedad se había vuelto más individualista y el Gobierno contaba con eso para hacer pasar sus reformas. Pero muchos trabajadores igualmente estaban dispuestos a resistir el neoliberalismo.

    Movilización de obreros de SOMISA

    Resistencia y lucha de los trabajadores contra las reformas del gobierno de Menem

    Los primeros años del menemismo estuvieron marcados por intensas luchas contra las privatizaciones por parte de los trabajadores. Sin embargo, estas luchas fueron siempre impulsadas desde las bases y no contaban con el apoyo de la conducción de la CGT.

    Esto colaboró fuertemente a que la mayor parte de las luchas terminaran siendo derrotadas. Refiriéndose a las privatizaciones ferroviarias Menem exclamó: “Ramal que para, ramal que cierra”, y así lo hizo.

    Parte importante de la derrota del movimiento obrero fue en el campo ideológico: se convenció a muchos trabajadores que ya no tenía sentido ser proletario y que lo mejor era ser empresario, pero la supuesta bonanza que muchos creían estar gozando producto del “uno a uno”  eran ficticios.

    Parte importante de la derrota del movimiento obrero fue en el campo ideológico: se convenció a muchos trabajadores que ya no tenía sentido ser proletario y que lo mejor era ser empresario, pero la supuesta bonanza que muchos creían estar gozando producto del “uno a uno” y de los productos importados, así como la teoría del derrame, eran ficticios. Muchos trabajadores cambiaron derechos fundamentales por salarios más altos atados a la productividad, algunas flexibilizaciones se hicieron de hecho bajo la lógica de las nuevas tecnologías y la falta de mano de obra calificada en distintos sectores productivos.

    Piquete contra las medidas de Menem. 1997

    Ante la inacción de la CGT. algunos de los gremios más combativos, como ATE o CTERA, se separaron de ésta formando su propia central sindical, el Congreso de Trabajadores Argentinos (C.T.A.). No fue hasta 1996, ya en la segunda presidencia de Menem, que presionada por las bases la CGT. llamó a un paro general de 36 horas.

    La creciente masa de trabajadores despedidos, que al ya no tener sus empleos no tenían donde hacer paro, crearon una nueva táctica de lucha, los piquetes y los cortes de ruta.

    Los nuevos movimientos piqueteros encabezaron la lucha contra Menem al final de su presidencia, siendo los conflictos más importantes los de Cutral-Có, en Neuquén, Tartagal, en Salta, y General San Martín, en Jujuy. La crisis social que estaba generando el neoliberalismo estalló finalmente en diciembre de 2001 ya bajo el gobierno de De la Rúa, dando lugar a la enorme movilización popular conocida como el “Argentinazo”.

     

     

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