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    Kurt Cobain: tres notas al pie sobre el último poeta maldito del rock and roll

    El 5 de abril de 1994 fallecía Kurt Cobain, vocalista de Nirvana y representante de un sonido que marcó una generación. Tras su muerte, se transformaba en una leyenda del rock internacional.

    El movimiento de rock alternativo denominado Grunge surgido en Seattle, Estados Unidos, del que Nirvana fue parte junto a otras bandas como Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains, redefinió el sonido de una época en que el rock y el pop parecía estancado en el glamour y la superficialidad.

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    Con letras que destacaron por su apatía, desencanto, pero reflejando temas profundos como la alienación, la búsqueda de la libertad en el sistema, la marginación social, la dificultad en las relaciones humanas, el Grunge mostró un costado introspectivo y melancólico, pero sumamente crítico frente a un mundo en el que el neoliberalismo avanzaba instalando su ideología consumista entre las masas, afectando claro, la industria cultural y musical.

    Comentaremos aquí sólo algunos aspectos de la obra de Kurt Cobain, un artista que sin duda fue sumamente influyente para varias generaciones.

    El éxito de «Nevermind»

    Luego de su primer disco «Bleach», Nirvana había conquistado la escena de Seattle. Con un sonido ruidoso, sucio y actitud punk, la banda se había elevado a lo más alto dentro de los pequeños locales underground de la ciudad. La movida en Seattle tenía una marca de agua propia que destilaba snobismo y complejidad, pero también una crítica a las corporaciones discográficas y la cultura consumista. La pequeña localidad, donde en los locales se cruzaban los músicos de estilos diferentes como el metal, el punk, el rock y el pop, había dado origen a un nuevo género musical, con un sonido, actitud e idiosincracia propia. En ese momento, estaba sumamente mal visto el salto de las bandas llamadas «underground» al mainstream, camino que Nirvana recorrió borrando las barreras entre lo «alternativo» y lo «popular».

    Con el disco «Nevermind» y la popularización masiva del smile «ido» en líneas amarillas sobre fondo negro, el mundo cultural no volvió a ser como antes. Los diques entre el underground y el mainstream fueron derribados a golpes de guitarra distorsionada, catapultando al éxito mundial a Nirvana y terminando con el reinado del «rey del pop» Michael Jackson en los tops de las listas de grandes éxitos.

    El logo de Nirvana se popularizó masivamente, volviéndose un ícono de la cultura juvenil.

    Era el ´91 y en las disquerías se pedía por Phil Collins, Michael Bolton y Simply Red. Los Guns N’Roses, con el estereotipo Axl Rose de frontman sensual rodeado de mujeres hermosas para los estándares sexistas estéticos de la industria, hegemonizaba el rock guitarrero de la época. Entre este mundo y las bandas de garaje de esos chicos con pulóveres a rayas y pelo largo, que algunos, como Kurt, hasta subían al escenario con polleras y ropa femenina, había un abismo. Nadie esperaba que el público masivo se interese en los álbumes editados por sellos independientes con nombres como Massive Attack (ataque masivo) o Primal Scream (grito primitivo), que no paraban de sacar discos ruidosos de sonido sucio y mensaje melancólico, sólo posibles de escuchar para los «iniciados».

    Pero Nevermind asaltó la fortaleza, derribó todas las murallas y prendió fuego el castillo. El disco tuvo un impacto inmediato tanto por su contenido artístico como por el excelente trabajo en la producción musical, con un sonido potente, áspero y limpio, logrado por Butch Vig que superó todo lo visto hasta el momento en el rock pesado y alternativo, y que desde ese momento influenció de manera indiscutible toda mezcla y producción musical futura.

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    Pasajes melancólicos con acordes suaves y voz desinteresada se interrumpían abruptamente por explosiones de furia en la voz de un Kurt Cobain que, acompañadas por las guitarras distorsionadas y los retumbes de tambores detonados por Dave Grohl, sobre una línea de bajo soportando el edificio perfectamente ejecutada por Krist Novoselic, subían la energía hasta el tope previo al colapso sin perder el rigor melódico ni musicalidad. Cada sonido estaba integrado perfectamente y lograba ser entendible, ruidoso y musical a la vez. Las disonancias y acoples «underground» se integraban en las composiciones y, como una flecha eléctrica, atravesaban todas las barreras que separaban el garaje de la televisión y radio de masas. Había nacido el sonido de una década.

    Nevermind irrumpió con una forma completamente novedosa de hacer las cosas. El público estaba harto de la música contemporánea estereotipada y superficial. Al calor de su influencia, decenas de miles de jóvenes se animaron a formar sus proyectos. Entendieron que podían hacerlo «a su manera», sin la necesidad de equipos de primera calidad o gran conocimiento musical. La música volvió al underground, al garaje, a la pequeña sala de ensayo improvisada, y a los jóvenes con ganas de expresarse.

    El tema “Smells Like Teen Spirit” sonaba hasta cuando levantabas la tapa del inodoro. Radios, locales comerciales, el supermercado. Su videoclip giraba todo el día en MTV. Al calor del éxito, la banda realizó una gira mundial que los llevó, en 1992 a presentarse en Argentina, lo cual nos lleva al siguiente punto.

    El peor show de Nirvana

    Casi 50.000 personas asistieron al show de Nirvana que se realizó en el Estadio Vélez Sarfield, en Buenos Aires, el 30 de octubre de 1992.

    El inicio del recital lo ingauguró la actuación de la banda local Los Brujos, representante del rock alternativo en ese entonces, que fue bien recibida por el público. De su encuentro con Nirvana en camarines surgió la leyenda de que el riff del tema «Kanishka» fue plagiado por Nirvana en «Very Ape», del tercer disco de la banda «In Utero», pero esa leyenda sería material para otra nota. El problema del show surgió cuando subió Calamity Jane, banda femenina oriunda de Portland, Oregón, Estados Unidos, a quienes Nirvana había invitado personalmente a compartir su gira.

    Apenas subieron las chicas al escenario, la gente comenzó a inquietarse y molestarse muchísimo. Comenzaron a insultar y atacar las músicas con insultos machistas, arrojando objetos al escenario. Durante todo el show no pararon de abuchearlas y gritar para que el show termine y suba al escenario Nirvana.

    Este hecho no quedó como una anécdota aislada para las mujeres que integraban la agrupación. Por el contrario, la humillación que sufrieron fue tal que daño severamente la autoestima de la banda, siendo la última vez que tocaron en vivo.

    Gilly Ann Hanner, su vocalista, declaró más tarde a los medios «Esa noche tuvo un gran impacto en nuestra autoestima. Combinado con el hecho de retornar a casa con nuestras guitarras rotas y tener que esperar tres meses a que nos paguen por un problema del management. Estábamos descorazonadas y decidimos volver a Oregon sin siquiera finalizar el tour. Nuestro ánimo estaba por el suelo y nos tomó años recuperarnos».

    «Estábamos fuera de nuestro elemento, mientras nos arrojaban monedas, escupidas, piedras y algunos incluso exhibían sus penes. Nos gritaban ‘¡put..!’ y mostraban los genitales, así que más allá de la impaciencia que podían tener por ver a Nirvana, lo tomamos como algo de género».

    Kurt Cobain se enfureció tanto con los asistentes que se propuso dar el peor show de su vida. Esto está reflejado en una mención realizada en el disco de rarezas “Insecticide” donde se queja de la productora por «pagarle a Calamity Jane 5.000 dólares para ser abucheados por 20.000 “macho boys” en Argentina».

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    Durante todo el show, Cobain se burló del público cantando mal a propósito o cambiando la letra de temas muy conocidos como “Come As You Are”. Además, amagó varias veces empezar a tocar el riff de “Smells Like Teen Spirit”, el super éxito de la banda, pero nunca durante todo el show ejecutaron la canción. Al finalizar el show, Kurt rompió su guitarra violentamente contra el suelo, algo que solía hacer otras veces, pero esta vez la acción estuvo cargada de frustración y enojo por lo sucedido.

    Al otro día, el cantante declaró en una entrevista: «La gente fue tan mala con Calamity Jane que no se merecía escuchar la canción (por “Smells Like Teen Spirit”). Fue mi manera de mandarlos al demonio.»

    «Mejor quemarse que apagarse lentamente»

    La carta de despedida de Kurt Cobain contenía una frase de un famoso tema de Neil Young. El tema en cuestión «Hey hey, my my», fue escrito en 1977 y hacía alusión a una situación paradójica que se vivía en la industria musical por aquellos años.

    En el ´77, el movimiento punk había sacudido los cimientos del Rock y amenazaba a toda la generación anterior de artistas que consideraba «aburguesados». Tras la muerte de Elvis Presley ese mismo año, que había llegado al final de su carrera cantando con respirador, Young contrastaba en su tema la corta carrera de Jhonny Rotten, vocalista de los Sex Pistols. Rotten había disuelto su banda tras un único disco y una tortuosa gira por Estados Unidos. Había prendido fuego y acabado con todo antes de desnaturalizarse y ser triturado por la industria («burn out» / «quemarse» en Estados Unidos se usa como expresión para decir «hartarse y mandar todo a la mierda»). Sin embargo, en su corta carrera, los pistols fueron tan revulsivos que fueron prohibidos en suelo británico. Llevaron la canción de protesta a otro nivel, uno completamente desquiciado y extremo no visto hasta el momento.

    La banda británica The Clash, por esos años, cantaba: «No Elvis, Beatles, or The Rolling Stones In 1977». Los jóvenes de la nueva movida no querían saber nada de la generación anterior y no derramaban lágrimas al considerar «muertos y enterrados» a los grandes referentes de la música que todavía seguían en actividad. Esta crisis del Rock tenía profundamente consternado a Young que sentía que él y otros artistas estaban quedando obsoletos. Plasmó este sentimiento de angustia magistralmente en su canción. Otro dato curioso es que la letra de este tema despertó la furia de Jhonn Lennon, que salió a cruzar públicamente la visión de Young ante el rock, que consideraba «nihilista», pero eso sería material para otra nota.

    Volviendo a nuestro querido músico, Cobain sufría profundamente las contradicciones de ser artista bajo el capitalismo. Su obra reivindica a su manera la pelea por la afirmación de la libertad individual contenida en el rock and roll ante un sistema opresor e injusto que somete la subjetividad. Sufría ante una industria musical que convierte las expresiones del espíritu humano en mercancías para ser compradas y vendidas. Cuya forma y contenido debe adaptarse a las leyes de la demanda y los estándares del mercado, desnaturalizando la obra de los artistas y transformándolos en una fábrica de éxitos deshumanizada.

    Además de sus terribles dolencias crónicas en el estómago que sufrió durante toda su vida por una enfermedad y su adicción a la heroína, Cobain estaba profundamente angustiado por sentir que se estaba «vendiendo». No somos quienes para determinar las causas de un escape a la opresión capitalista que no compartimos, como lo es el suicidio. Sin embargo, no podemos dejar de sentir empatía por esa sensibilidad de Kurt hacia la opresión de este sistema sobre el arte, los artistas y el desarrollo íntegro de la personalidad humana.

    Adiós amigo

    Con todas sus contradicciones, Kurt Cobain representó una ruptura radical al estereotipo de rockero «machito» de la época tan cuestionado por nuestro movimiento feminista contemporáneo. También criticó la comercialización de la música y el conformismo consumista que marcó los ´90, gritando por todos sus poros que la vida tenía que ser otra cosa.

    Una vez escuché a un referente del rock argentino decir que cuando tenés algo verdaderamente urgente, profundo e importante que decir, ese mensaje encuentra el camino para abrirse paso y tu legado perdura. Más allá de que somos materialistas y no creemos en fuerzas metafísicas, es imposible no sentir tristeza por el adiós de un alma sensible como la de Kurt Cobain. Sin duda, él se abrió paso con un mensaje auténtico y genuino, y que perdurará en el arte y la cultura en el presente y el futuro.

     

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