Una de las peleas que tenemos que dar contra la derecha anarcocapitalista es el desmentir la idea individualista de que la gente es “libre” de elegir su trabajo en un contexto de pobreza y desocupación. Hoy traemos una historia que tiene como tema central la búsqueda de empleo.
Contexto
En el año 1899 en secretario de policía de la ciudad de Buenos Aires, Manuel Mujica Farías, presentó un proyecto de ley para penalizar a quienes no tuvieran trabajo, a quienes consideraba “vagos”. Entrevistado por el diario La Nación Mujica buscó explicar su proyecto con la frase “aquí no trabaja el que no quiere”. En ese momento había 40.000 desocupados en la ciudad de Bunos Aires.
La broma
Con la intención de demostrarle al secretario de policía que estaba equivocado, algún bromista anónimo imprimió varios miles de anuncios ofreciendo trabajos de múltiples oficios y los distribuyó por toda la ciudad. La dirección en la que según los anuncios se debía ir a solicitar los empleos era en realidad el domicilio particular de Mujica.
A la mañana siguiente, desde muy temprano se aglomeraron frente a la casa del funcionario una enorme cantidad de personas sin empleo, ansiosas de conseguir labor. Al cabo de varias horas, los que se hacían presentes a buscar trabajo ya eran varios cientos y la cola rodeaba toda la cuadra. Al no tener respuesta ni ser recibidos, los desocupados comenzaron a impacientarse, a golpear la puerta y a gritar reclamando una explicación.
Informado por sus sirvientes de lo que pasaba, el secretario Mujica debió salir al balcón a explicar que allí no se ofrecía empleo y ello no había sido más que una farsa. Asustado por la inmensa cantidad de personas que rodeaban la casa, debió llamar a la policía para que despejaran a los desilusionados desempleados.
Furioso por lo ocurrido, el burlado secretario de policía ordenó el allanamiento de varios locales de agrupaciones socialistas y anarquistas, esperando encontrar entre ellos al responsable, pero el autor real de la broma jamás apareció, y su identidad permanece hasta hoy en el misterio. La lección que Mujica recibió no la olvidaría jamás.