Anoche el Gobierno obtuvo dictamen de mayoría en comisiones para tratar la Ley Ómnibus con 55 adhesiones, 34 en disidencia parcial. El peronismo obtuvo el dictamen de primera minoría con 45 adhesiones y luego hubo otros dictámenes menores.
Esto deja al Gobierno en un triunfo muy inestable porque está obligado a otorgar muchas concesiones a los 34 diputados que firmaron con disidencia y, por otro lado, el peronismo puede reunir voluntades en amplios sectores para votar el rechazo total a todos los artículos.
Los cambios que aceptó el oficialismo no borran lo esencial de la Ley Ómnibus. Básicamente el fondo de la cuestión es una enorme transferencia de recursos de arriba hacia abajo, una entrega de nuestros recursos naturales y empresas compañías estatales y una anulación total del derecho a la protesta. Si se aprobase la Ley Ómnibus la democracia argentina tal y como la conocemos, cambiaría drásticamente y se volvería más restrictiva.
Mientras tanto empiezan a llegar las primeras personas a la Plaza Congreso. Se percibe que será una convocatoria muy importante y el Gobierno, a través de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, amenaza permanentemente con represión.
El paro general de la CGT debe extenderse para hacer caer la Ley Ómnibus. Esto, al igual que esta medida, tiene que lograr imponersele a las cúpulas sindicales. En primer lugar, si mañana se votase la Ley Ómnibus en el Congreso, debería repetirse la movilización. Esto es algo que podemos impulsar desde las asambleas barriales y las organizaciones que estamos comprometidas con la defensa de los derechos de los trabajadores.