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    Una monedita para la colonia

    Una de las principales noticias de la semana fue que Alberto Fernández fue recibido por Washington a 9 meses de terminar su mandato. Sergio Massa llegó antes que el presidente a la ciudad norteamericana, allí se vio con inversores y luego se reunió con las autoridades del FMI. Con la número dos. No es algo habitual que un presidente Argentino sea recibido por el primer mandatario de la principal potencia mundial. Para poner un ejemplo, Cristina nunca recibió esa atención.

    Por un lado, es característico del perfil político de Alberto destacarse en el tejido de relaciones internacionales. Es, de alguna manera, parte de su personalidad política. Recordemos los puntos que sumó con la cumbre de la CELAC, como supo cuidar su relación con Lula da Silva, o el rol de “armador” que tenía dentro del peronismo, gestor de campañas, etc.

    Pero esta reunión se da también en medio de una crisis económica que pone de relieve, como nunca las exigencias de ajuste que el FMI estableció sobre nuestro país. La austeridad fiscal, los recortes, y las reformas estructurales.

    Todas las alternativas políticas capitalistas, de cara a las próximas elecciones hablan de la necesidad de realizar un ajuste, normalizar el mercado cambiario, devaluar la moneda, achicar el Estado, realizar una reforma laboral, eliminación de planes sociales, etc.

    Todas soluciones brutalmente agresivas sobre los trabajadores y el pueblo, a nadie se le ocurre tocar las ganancias capitalistas, nacionalizar la banca y el comercio exterior o establecer el no pago de la deuda ilegítima con el FMI.

    La crítica situación económica se vio agravada, además, por una sequía muy dura en el campo, la peor en los últimos 16 años, que, según previsiones, va a representar, este primer trimestre, un 60% menos de liquidación de dólares del agro.

    Atención que los sectores del campo no se funden. Por un lado, tuvieron altísimos precios de materias primas a nivel internacional por la Guerra en Ucrania, les otorgaron dólar a precio diferencial (con el dólar soja 1, 2 y ahora el “dólar campo”) y además, por los efectos naturales de desestresar el suelo, probablemente tengan una cosecha récord el año que viene, cuando los nutrientes estén a pleno en la tierra y se normalice la situación de las lluvias.

    Sin embargo, el Gobierno carece de tiempo. entramos en la recta del año electoral y necesita dólares frescos. No una contabilidad creativa, como esos préstamos que el Fondo te da el jueves y te pide que se lo devuelvas el viernes, felicitándote por cumplir. En medio de la grave crisis económica y corriendo el año electoral, la exigencia del Fondo de 1,9% de déficit fiscal sería un suicidio político. Radicalizaría el rechazo que ya acumula la gestión frentetodista tras tres años de inflación y empeoramiento del nivel de vida de millones.

    El gobierno necesita que Biden medie con el FMI en favor de la Argentina para que se liberen de unos cuantos miles de dólares limpios, que sirvan para contener la inflación y el tipo de cambio e incluso poder aumentar, en algunos puntos, el gasto de cara al año electoral.

    De conseguirlo, Alberto no sólo garantizaría poder llegar al final de su mandato con la economía en una menor inestabilidad (aunque pateando una bomba atómica hacia el futuro) sino que se fortalecería muchísimo en la interna del peronismo frente al ala kirchnerista.

    El “favor” que ahora le pide Alberto a Biden es similar al que Trump le otorgó a Macri, cuando, tras el fracaso de la reforma previsional, rebelión frente al Congreso en las jornadas del 14 y 18 de diciembre mediante, el organismo otorgó un préstamo enorme contra su propio reglamento interno.

    Estados Unidos tiene el 16% de los votos en el FMI, que para tomar cualquier decisión requiere el 85% de votos afirmativos, es decir que cuenta con poder de veto. Es el dueño de las decisiones.

    ¿Qué podría querer el Gobierno norteamericano de nosotros?

    Como lo manifestó, a modo de sincerisidio, la militar Laura Richardson, jefa del Comando Sur,  la megaminería y nuestros recursos naturales están en el centro de los intereses norteamericanos.

    Estados Unidos viene enfrascado en su disputa geopolítica con China. Preservar a su “patio trasero” y aprovechar todos los recursos a su alcance es esencial para “ajustar las tuercas” de esta competencia geopolítica.

    En la reunión con Alberto, Biden afirmó la necesidad de consolidar una agenda arraigada en ejes como la energía, alimentos y comunicaciones.

    Cuando se habla de energía, es claro que las águilas del norte depositan sus ojos en Vaca Muerta, el petróleo y gas no convencional, y en el agua.

    El Litio, por otra parte es un material fundamental para la carrera tecnológica, siendo material esencial para la fabricación de baterías. Ligado a él, está el otro eje mencionado por Biden, el de la comunicación, que verdaderamente se refiere a las redes de infraestructura 5G, tecnología que, en estos momentos, domina la empresa china Huahuei

    El periodista Alejandro Bercovich comentó en una de sus últimas editoriales una nota del New York Times en la que analiza el hecho de que China está actuando como un nuevo FMI, otorgando préstamos y estableciendo condiciones de pago. Rescatando países y financiando a tasas bajas. Otro de los campos en el que el gigante asiático avanza y comienza a amenazar, poco a poco, la hegemonía norteamericana.

    Como muestra de sumisión, Alberto se alineó con la política norteamericana en relación a la Guerra en Ucrania, condenando de plano la invasión rusa, algo que no había sido su posición inicial, más ubicada en un pacifismo en el centro.

    El panorama político electoral

    Por parte de la oposición, Macri abandonó su pretensión de ser candidato, algo que acomoda las simpatías al interior de JxC y favorece a su ala dura. El renunciamiento no tuvo nada de heroico como dijeron los medios de derecha, tenía un 73% de imagen negativa.

    El kirchnerismo, por su parte, se encuentra encerrado en un frente que dilapida completamente su perfil progresista. La estrategia de un candidato “más amigo de los mercados”, resultó un tiro en el pie. Esto viene generando crisis entre los K, pero también rupturas en algunos sectores más pequeños, como el Partido Comunista.

    Ante la decepción de amplios sectores con el fracaso del macrismo y del Frente de Todos, y la dificultad de la izquierda para posicionarse como alternativa, crece la ultraderechista propuesta de Javier Mile, representando un peligro real y amenazando con estar entre los candidatos más votados en las primarias, producto de la fragmentación del resto de las coaliciones.

    Pero no sólo Milei tensa hacia la derecha, todo el establishment político se derechiza ante la necesidad de ir hacia ajustes más duros. Larreta anuncia que, de ganar, aplicaría reformas estructurales en los primeros días de gobierno, mientras Bullrich amenaza con sacar el ejército a las calles con las excusa de la inseguridad.

    Por parte del oficialismo, a los cientos de miles de planes sociales dados de baja, se suma una política de criminalización de la protesta, con las detenciones de Martín Rodríguez y Lorena Torres, militantes del Polo Obrero que fueron detenidos en Mendoza, lo que precipitó una jornada de lucha nacional por su liberación, que finalmente se logró.

    Esta semana, también sucedió un hecho repudiable. Un par de fascistas encapuchados se grabaron apuntando con un revólver hacia la ventana de un local de Izquierda Socialista en la Ciudad de La Plata.

    Esta performance reaccionaria provino de gente del Centro Cultural Kyle Rittenhouse, ubicado en la capital de la Provincia, centro bautizado así en honor al joven estadounidense que provocó una masacre racista en agosto del 2020. Toda una declaración de intenciones.

    La derechización es funcional al ajuste, y en ese marco, desde la izquierda y los sectores populares tenemos que dar respuestas políticas contundentes, porque de los gestos a los actos no hay tanta distancia, cuando se trata de estos personajes nefastos.

    No se pueden dejar pasar estos graves hechos. Hay que exigir el cierre del centro cultural fascista, así como seguir luchando por el esclarecimiento de las redes que posibilitaron el atentado a Cristina Kirchner, que vinculan a grupos de extrema derecha simpatizantes de Milei y Bullrich.

    Al mismo tiempo, tenemos una gran tarea, crear progresivamente un gran movimiento contra los condicionamientos del FMI y los ajustes que exigen a la clase trabajadora y el pueblo que, sea quien sea el próximo gobierno, se agravarán.

    A cambio de unos cuantos dólares, el Gobierno está hipotecando aún más nuestro futuro, agravando el sometimiento en el que nos dejó el macrismo. Mientras, continúa aumentando la inflación, se licúan los salarios y se recortan los subsidios, planes y el presupuesto de salud y educación.

    Hay que romper las cadenas que nos atan al FMI, enfrentar el ajuste y luchar por medidas anticapitalistas de fondo. 

    Los recursos naturales y la tierra, objetivos claros de Estados Unidos en la región, son la mayor fuente de divisas del país, y un bien natural necesario de proteger para cuidar la salud de la población. No pueden seguir en manos de especuladores que extorsionan con el hambre de millones de trabajadores. Deben ser estatales y estar bajo control democrático de los trabajadores y el pueblo.

    La constitución actual, tras la reforma menemista, establece que las negociaciones para la explotación de los recursos están federalizadas. Es decir, que cada gobierno local negocia con multinacionales petroleras todopoderosas, una situación muy desventajosa que sólo puede derivar en corrupción y perjuicio para las poblaciones locales y los intereses de los trabajadores del país.

    Tenemos castas políticas provinciales apoyadas en esos vínculos, como el MPN en Neuquén, que aprovecha las ínfimas regalías para hacer política, mientras permiten el saqueo de los recursos y el establecimiento de focos de contaminación como los basureros a cielo abierto para deshechos de fracking.

    Para cambiar esa condición en las negociaciones hay que generar un gran movimiento obrero y popular que luche por cambiar la constitución que garantiza ese saqueo. En nuestro programa debemos defender la necesidad de una asamblea constituyente revolucionaria, para imponer el no pago de la deuda externa, la soberanía energética, territorial y productiva, la defensa incondicional del salario y las condiciones de vida de las masas populares, además de la protección de la naturaleza, que es un bien de la humanidad.

    Ese movimiento, hoy puede parecer lejano, pero el embudo del ajuste se achica y hace cada día, progresivamente, más imperiosa una salida de fondo. Los compromisos de los capitalistas nacionales con el imperialismo norteamericano no pueden augurar nada bueno para nuestro futuro.

    Empecemos a organizar la resistencia.

     

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