¿Por qué la Corte Suprema intervino en las elecciones de San Juan y Tucumán? ¿Por qué la jueza Capuchetti no avanza en la causa de intento de magnicidio contra la Vicepresidenta? ¿Cuál es la razón de que no se investiga la pista Milman, luego de que una de sus asesoras haya declarado que borraron su celular en la oficina de Patricia Bullrich? ¿Cómo se explica el fallo proscriptivo contra Cristina Kirchner? ¿Qué relación tiene todo esto con lo descubierto en la causa de Lago Escondido?
Un macrista sofisticado y cargado de argumentos (de los que no abundan, tal vez alguna pluma estrella de la Revista Seúl) podría tener una respuesta técnica y jurídica ante cada una de estas preguntas. También hubo respuestas técnicas para meter preso a Lula Da Silva en Brasil por un departamento y para darle un golpe a Evo Morales en Bolivia por una reelección. Pero cuándo los interrogantes y las piezas que no encajan son tantas, hay que mirar procesos, no acumulación de excusas técnicas.
A esta altura es más que obvio que el poder judicial tiene un problema con el kirchnerismo. No estamos tratando de decir que no hayan existido hechos de corrupción en las gestiones K. Lo que resulta evidente es la doble vara, lo ponzoñoso de una persecución judicial que no tiene contracara ante los escándalos macristas.
La justicia no es independiente, eso está claro, pero a esta altura tampoco podemos decir que simplemente sigue al poder de turno. Porque justamente contra ese poder es al que le aplica sus ataques jurídicos. ¿Por qué la justicia es más macrista que peronista? ¿No saben los peronistas comprar jueces? Claramente lo saben y lo han hecho en reiteradas ocasiones. La Corte de mayoría automática durante el menemismo es prueba de esto.
Usando el marxismo
Para poder desentrañar claves importantes para contestar las preguntas con las que empezamos este editorial hay que recurrir a la teoría del estado propuesta por el marxismo. En El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Friedrich Engels hace una genealogía de la relación entre estas tres instituciones. Además de recomendarles fuertemente este clásico del pensamiento occidental, queremos acá sacar una síntesis tal vez un poco esquemática pero necesaria.
Para Engels, el Estado es la herramienta de la clase dominante para oprimir y mantener el dominio sobre la clase subalterna. Es por esto, que en sociedades dónde no había propiedad privada, es decir en donde no hay excedente del trabajo apropiado por un sector social, no hay Estado. El Estado es subproducto de que un grupo de personas viva del trabajo de otro grupo.
Esto es independientemente de la forma de gobierno que este Estado tenga. Dictadura, monarquía, democracia y del personal político que ocupe el Estado en cada circunstancia. No hay que confundir Estado, régimen y gobierno.
En Argentina, el Estado es burgués, porque es la herramienta de la burguesía para mantener el dominio y la explotación de la clase trabajadora. El régimen mediante el cuál lo llevan a cabo es la democracia burguesa y el personal político elegido por el voto es El Frente de Todos.
“Antes daban golpes con el partido militar y ahora lo hacen con el partido judicial”
Cuándo Cristina Kirchner dice que “quién tiene el poder político solo tiene el 20% del poder real” está hablando exactamente de esto. Aún si un gobierno de izquierda trotskista accediese al gobierno a través de las elecciones, tendría que enfrentarse con el dueño de la herramienta: la burguesía.
Estas son las explicaciones de los golpes de Estado o a otro nivel, de las intervenciones del poder judicial, una parte del Estado no elegida, contra el Gobierno. La clase dominante de este país, entiende que el personal político peronista no le sirve a los planes que tiene para Argentina y como en otros tiempos interviene de manera antidemocrática.
En eso tan bien acierta CFK cuándo dice: “Antes hacían golpes con el partido militar y ahora utilizan al partido judicial”. Es cierto, es la mano del mismo sector social la que anteriormente mandaba los tanques y ahora manda los fallos.
Con todo esto, no queremos decir que el Frente de Todos sea un Gobierno popular ni mucho menos. El ajuste que viven los trabajadores diariamente es más parecido al macrismo que a las doctrinas que cualquier militante peronista puede repetir. Sin embargo, el Gobierno tiene bases sociales populares que lo presionan y evitan que sea el personal político necesario para el paquete de entrega de recursos naturales y esclavitud laboral que tiene pensado la clase dominante.
¿Quién mandó a matar a Cristina Kirchner?
Ahora, cruzando todo lo anteriormente mencionado, con las últimas revelaciones en la causa de intento de magnicidio, ¿puede realmente alguien pensar que el atentado contra la Vicepresidenta fue obra de un grupo de marginales? Todo esto, sin mencionar la vinculación de Brenda Uriarte con Revolución Federal y de estos con el financiamiento de los Caputto.
La pregunta señalada en el subtítulo es una de las claves más importantes de la política nacional y latinoamericana. Es un ovillo del que hay que tirar porque nos puede dar muchas de las respuestas que necesitamos tener. Para desenredar este ovillo, podemos ayudarnos de una pista dada por la derecha argentina.
Es decir, vamos a saber más sobre quién mandó a matar a CFK, partiendo de entender quién está bloqueando la investigación y por qué. Capuchetti, La Policía Federal quien borró el celular de Fernando Sabag Montiel, Bullrich y compañía que borraron el celular de la asesora de Milman, etc.
Para esto, el kirchnerismo tiene la responsabilidad de impulsar un plan de lucha que vuelva a poner todo esto en la agenda pública. Tiene la conducción de gremios, la dirección de movimientos sociales de cientos de miles de personas y un auditorio de millones.
Si no impulsa este reclamo, no solamente contribuye a que sectores de la derecha, probablemente quienes tengan que ver con el atentado, ganen las elecciones. Además, estarían probando que sus cúpulas tienen más respeto por el status quo, por la herramienta del Estado y su dueño, que por el destino del pueblo trabajador.