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    La candidatura de Cristina es contra Kicillof

    La política es muy jodida —pérfida, si queremos ser elegantes—. Las cosas nunca son lo que parecen, y muchas veces detrás de grandes declamaciones de buenas intenciones lo que hay es, simplemente, una pelea de poder. Si el término “casta” se volvió tan popular es porque algo describía de la realidad. Y sí: la candidatura de Cristina Kirchner como legisladora por la Tercera Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires habla más de eso que de la dirigente popular que corre barrios y protege a los más humildes de la motosierra, como aparece en su primer spot.


    1. Llamar a la unidad a otros espacios políticos mientras se autoproclama una candidatura que no fue consensuada con nadie no es llamar a la unidad. Es, lisa y llanamente, psicopatear. “El que no quiere la unidad, en algo raro anda”, dijo con suspicacia la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, una dirigente públicamente cercana a Máximo Kirchner. La operación es evidente: se postula CFK, se llama a la unidad, y el que quiere discutir otra estrategia “en algo raro anda”.

    2. La Tercera Sección Electoral es el bastión del peronismo. Inclusive históricamente: fue el corazón del 17 de octubre. Las enormes masas de obreros que venían de Berisso, Ensenada, Florencio Varela, Quilmes y Lanús cruzaban el Riachuelo para llegar a Plaza de Mayo. Ese es el origen mítico del peronismo. El PJ siempre ganó en esa zona. Es su cuna. Cristina es apenas una más entre los dirigentes peronistas que han tenido peso en la Tercera desde hace ochenta años. Probablemente, si ponés una inerte barra de carbón peronista, gana igual en la Tercera Sección Electoral.

    En este sentido, la apuesta de Cristina no es una “jugada osada”. Es refugiarse en la última trinchera del peronismo para capitalizar una historia de construcción política en esa zona. Osado hubiese sido ir a tratar de mejorar la performance del peronismo en una zona difícil, como la Quinta marplatense, o tratar de garantizar la Primera, que tiene a Olivos y San Isidro como históricos bastiones del gorilismo —aunque algo se compensa con la zona norte obrera.

    3. Por todo esto digo que la candidatura de Cristina no es contra Milei: es contra Kicillof. El peronismo ya va a tener una buena performance en la Tercera. El problema son otras secciones. Cristina, ganando en la Tercera, preserva su capital político frente a una eventual derrota en la Provincia y, de paso, liquida políticamente a Kicillof. Casi todos los escenarios le son desfavorables al gobernador bonaerense. Si se le gana a la derecha, será con la Tercera Sección como principal aporte. Cristina podrá decir que fue gracias a ella. Si se pierde la Provincia, pero se gana la Tercera, CFK podrá decir que debe seguir conduciendo el peronismo, porque fue la única que ganó. Y siempre podrá recordar que la idea de desdoblar fue de Kicillof.

    ¿Qué debe hacer Kicillof?

    El gobernador parece prepararse para la derrota, y con eso justificar su decisión de usar las elecciones bonaerenses como terreno para la interna peronista. “seamos realistas, el peronismo hace 20 años que no gana las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires”, recordó en su acto. Si esto es así, si finalmente lo único que se juega es la renovación del peronismo —porque los bonaerenses no prestarán demasiada atención a las urnas y el Gobierno nacional está en su mejor momento—, Kicillof tiene justificación suficiente para ensayar una jugada muy osada: desafiar a CFK y armar lista aparte.

    El intendente Mario Secco, de Ensenada (Tercera Sección), dijo hace minutos que “no está garantizada la unidad”. Y si es necesario, adelantó que intendentes como él y Jorge Ferraresi (Avellaneda, también Tercera) irán como candidatos testimoniales a concejal para arrastrarle votos a un candidato “axelista” contra Cristina. ¿Estará dispuesto el gobernador a ir hasta el final?

    Roberto Navarro, periodista y dueño de El Destape, recientemente alineado con Kicillof, ya dijo que es prácticamente el único camino. Es como si todos estuvieran adaptándose a los nuevos tiempos mileístas, en los que la osadía y el retruco son el camino para sobrevivir en política. “Plata o mierda”, parecen decir cerca del entorno del gobernador, quien enfrenta una de las decisiones más importantes de su carrera.

    “Inquieta yace la cabeza que lleva la corona”, dijo uno hace más de 425 años. Y cuánta razón tenía. Una mala decisión puede terminar en un desastre… o en la renovación del peronismo. El movimiento político que, todavía, sigue siendo el más importante de la Argentina. Todavía.

     

     

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