La motosierra libertaria esta semana nos regaló escenas de crueldad explícita: Garrahan, la marcha de familiares contra los recortes en derechos a los discapacitados, más ajustes para los científicos del Conicet y el INTA. Desde recortar fondos para el hospital que atiende a chicos con cáncer hasta fomentar la fuga de cerebros, pasando por dejar tirados a los nenes discapacitados. Parece una broma de mal gusto, pero es la Argentina de hoy.
Cualquier persona sensata al enumerar estas medidas se preguntaría: ¿qué le pasa a la sociedad que no reacciona ante semejante demostración de hijaputez? ¿Cómo se puede seguir votando a estos tipos que son tan malos? La realidad, como siempre, es mucho más compleja. Resulta que los científicos, los discapacitados, el Garrahan y todos estos colectivos vienen sufriendo ajustes desde antes y en su momento también salieron a luchar. Es verdad que el ajuste actual es mucho mayor, pero para eso hay que estar muy informado o sentir la motosierra en el propio culo, cosa que no siempre sucede con la velocidad que a quienes estamos enojados con el Gobierno nos gustaría.

Además, la estabilidad macroeconómica obtenida en estos últimos meses de baja inflación dio un respiro a una sociedad que no quiere gastarlo en amargarse por otros problemas. Sí, hay marchas del Garrahan, los científicos, los discapacitados y quién sabe qué más. Este país es así, se marcha mucho ahora con este Gobierno y antes con los otros.
Mientras tanto, hay novedades interesantes para las masas. El servicio militar voluntario es visto por amplios sectores como una alternativa viable para encarrilar a hijos problemáticos o como una manera lógica de combatir la inseguridad. Si convencemos a pibes jovencitos de hacer la colimba, ganan un sueldo de entre 500 y 600 mil pesos, tal vez aprendan valores, maduren un poco y se alejen de la mala junta.
Por otro lado, la apertura de las importaciones promete traer celulares, ropa y hasta autos a precios mucho menores que los actuales. Tenés que hacer un gran esfuerzo de abstracción para entender que la pyme en la que trabajás va a desaparecer y te vas a quedar sin sueldo para comprar. Además, eso no es automático; siempre se quiere creer que la motosierra afecta al de al lado.
Política de masas, gente marchando como siempre y periodistas alertando sobre apocalipsis inminentes: en este país siempre hay.
¿Hasta cuándo? ¿Cuándo es el momento en el que la “gente se da cuenta”? Bueno, una visión materialista a secas diría que cuando efectivamente la motosierra te corta el propio culo, ahí vas a saltar. No obstante, la iniciativa de “unir todas las luchas” que se convoca para el próximo 4 de junio en Congreso puede ser un interesante punto de inflexión.
Por otro lado, hay dos escenarios para que el Gobierno salga derrotado: la explosión y la implosión. En la explosión, el dinero del endeudamiento no alcanza para seguir planchando el tipo de cambio y, por consiguiente, la inflación, y a las exigencias de pago del Fondo se suma una disparada del dólar que repercute en los precios. En la implosión, al Gobierno le sale todo bien, llega con la plata de la deuda a la explotación de Vaca Muerta, el litio y otras exportaciones, se reprimariza la economía y la desocupación asciende astronómicamente.
La oposición parece esperar esos tres escenarios: gente que se canse de la motosierra, explosión o implosión del modelo libertario. En ese sentido, es como pensaba la enorme dirigente comunista alemana Rosa Luxemburgo. Para ella, la conciencia revolucionaria de las masas llegaba de la propia lucha de clases. Es decir, las políticas de los gobiernos capitalistas hacen sufrir a los trabajadores, quienes salen a luchar, y esta acción hace que tomen conciencia de los inconvenientes que genera el sistema capitalista, por lo que querrían cambiarlo. Obviamente, estoy haciendo una burda simplificación a fines de este editorial.
Claramente, la oposición no espera que nadie tome el poder. Esperan que los argentinos entiendan que Milei es peor que cualquier otro gobierno y en ese momento aparecerá Cristina, Axel Kicillof, Lousteau y compañía con soluciones o mitigaciones a su dolor. Mientras la sociedad no quiera escucharlos, es inútil movilizarse y estar proponiendo permanentemente como alternativa.
Además, no está claro que Cristina y compañía no crean que un orden fiscal, por más cruel que resulte, les sea cómodo para pensar en un futuro peronista. Más vale arrancar a repartir con los números ordenados que con déficit.
¿Por qué le creíamos a quienes no traen ideas y esperan que la respuesta la demos desde abajo para después aparecer como salvadores? No es santo de mi devoción, como sabrán, pero Eduardo Duhalde en los 90 creó la red de manzaneras, que brindaba asistencia alimenticia y hasta contención social en los barrios populares. De esta manera, llegó ayuda puntual a casos de pobreza concreta y se fortalecieron lazos solidarios desde abajo en la sociedad. Todo desde la Gobernación de la Provincia y a bajo costo.
Probablemente ahora haya que pensar mucho mejor, porque la motosierra cae en sectores más disímiles y Milei evitó pasar la motosierra por la asignación universal por hija y la tarjeta alimentar. Sin embargo, el peronismo tiene suficientes gobernaciones e intendencias para crear algún programa que ayude a la gente y le devuelva esa capilaridad social que le falta: odontólogos en los barrios, oculistas y lentes para todos, organización de colectas para tratamientos médicos complejos, no sé. No parece haber ideas, no porque no las haya, sino porque se espera.
Tal vez, con este nivel de especulación, se hayan olvidado de la otra cara de la lucha de clases. Rosa Luxemburgo creó esta teoría más cercana a la adquisición de conciencia espontánea de las masas, pero desde la participación misma en las luchas. Ella se convirtió en dirigente de los trabajadores alemanes a partir de pelear con ellos codo a codo. Quién te dice que de los propios sectores en lucha surge un científico activista con vocación de gobierno o un activista jubilado con vocación de diputado. ¿Les parece poco probable? Miren a la Casa Rosada y díganme si lo que está sucediendo parecía probable hace apenas dos años.