El pasado lunes 16 de septiembre se cumplieron 48 años de La noche de los lápices, por primera vez con once de los genocidas responsables cumpliendo su condena.
El 27 de marzo del corriente año se condenó con perpetuas a varios de los genocidas implicados en actos de tortura a más de 600 detenidos y detenidas en centros clandestinos ubicados en la zona sur de Gran Buenos Aires, entre ellos los 10 estudiantes detenidos en el operativo conocido como “La noche de los lápices”.
¿Qué pasó el 16 de septiembre de 1976?
A tan sólo 6 meses del golpe militar encabezado por Videla, un grupo de tareas del ejército irrumpe durante la madrugada en la casa de 6 estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata y se los lleva detenides. Entre el 8 y el 21 de septiembre, hay un total de 10 menores de edad detenides como parte del mismo operativo. Estos diez adolescentes son torturados, las pibas además violadas, y 6 de elles continúan, al día de la fecha, desaparecides.
¿Por qué?
Se calcula que hubo entre 300 y 400 estudiantes secundarios detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar, y es de público conocimiento la masiva participación estudiantil en la militancia de la década de los 70’. Al igual que sus referentes mayores, algunos con más y otros con menos tareas, con más o menos responsabilidades, todes eran militantes. Probablemente el desgarrador relato de Pablo Diaz en las primeras citas de la CONADEP, la repercusión que tuvo en los medios, su declaración en el juicio a las juntas y la famosa película basada en sus relatos haya tenido mucho que ver con la visibilidad y difusión que se le dio al caso.
“No hay nada más cambiante que el pasado”
Mucho se disputa cuando se escribe la historia, dado que ello explica el presente y por ende reparte responsabilidades. La historia sobre esos ocho años de horror se escribió varias veces y se sigue escribiendo.
Hubo épocas y corrientes políticas que plantearon y plantean que esos chicos fueron desaparecidos por su participación en la lucha por el boleto educativo secundario que se había dado en la ciudad de La Plata un año antes, en septiembre de 1975; hay otras épocas y/o corrientes políticas que reconocen la lucha por el boleto secundario enmarcada en una militancia que se planteaba mucho más que eso.
“No hay nada más cambiante que el pasado” dice Martin Caparrós en el prólogo del libro “La Voluntad” que co-escribe junto a Eduardo Anguita (ex militante del PRT-ERP). El libro es un intento de contar la historia relatando más de las vidas y actividades políticas de les militantes y desaparecides, más que de lo que la dictadura militar hizo con ellos.
Reivindicar la militancia, devolverles el protagonismo de su historia sin que ello implique justificar el secuestro, tortura y desaparición es también hacer justicia. Los actos violentos e ilegales de los represores no fueron arbitrarios, tenían un objetivo político: destruir cualquier intento de organización política.
