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    La discusión entre el trotskismo y la guerrilla en los ’70: Entrevista a Juan Carlos Maceiras

    “¿Cómo puede ser que la guerrilla me mate si yo soy de izquierda? No, acá hay algo que no va, por acá no es”, contó Maceiras que reflexionó mientras hacía la colimba y casi mata a un inocente. “Luego con un grupo de la marina estábamos charlando estas cosas y terminamos entrando todos al PST”, relató cuando le preguntamos cómo fue su inicio militante, hace ya 50 años. 

    Juan Carlos Maceiras es referente de la agrupación docente 4 de Abril y parte de la dirección de Opinión Socialista. Su trayectoria como militante es más que extensa: este año cumple 50 años de militancia ininterrumpida. Entrevistado por ResistenciaOnline nos contó sobre sus orígenes en la militancia y cómo fue militar en clandestinidad durante la última dictadura cívico-militar. 

    Imbuido por el clima de la época yo estaba entre el “Che” Guevara y Perón. Era la época del socialismo nacional y la liberación nacional. A mí lo que me definió por no irme hacia la guerrilla de izquierda fue una anécdota cuando estaba haciendo la colimba. Un día estaba solo y pasa un auto, me enfoca, me encandila, me tiro cuerpo a tierra, preparo el Fal y estuve a punto de mandar una ráfaga, no lo hice por suerte porque hubiera matado a un inocente: era un boludo que había tomado alguna copita de más y que se metió de frente contra la garita donde yo estaba.

    Yo me desesperé, cuando me di cuenta de que estuve a punto de matar a una persona inocente empecé a reflexionar: ¿por qué reacciono así? Estaba atemorizado por que estaba en una garita que nos dábamos cuenta que nos ponían de carnada. Estábamos ahí para que si venía un grupo guerrillero, tiraba la ráfaga, nos bajaba a nosotros y todos los demás se despertaban. Era esa la función de la garita. Me pongo a reflexionar “¿cómo puede ser que la guerrilla me mate si yo soy de izquierda? No, acá hay algo que no va, por acá no es”.

    Empezamos a hablar esta experiencia con un grupo de marineros y había uno que la tenía un poquito más clara, que estaba medio ligado al PST (Partido Socialista de los Trabajadores), año 1973 antes de la elecciones, y cuando nos dieron de baja entramos todos a militar, 6 juntos, algunos están desaparecidos ahora. 

    ¿Cómo eran esas primeras actividades, esos primeros volanteos, el clima de época, etc.?

    Las actividades desarrolladas por el PST eran muy parecidas a las que hacemos ahora: íbamos a los conflictos, las volantes, los agites, los bloqueos, no había diferenciación muy grande. Lo que empezó a poner un condimento fue que a mediados del 74 empezó a actuar la Triple A. Entonces ahí ya cambió completamente la dinámica de las actividades.

    De hecho la izquierda en Argentina ya no era legal mucho tiempo antes del golpe del 76,  ya durante todo el año 75, la izquierda militaba en la semilegalidad por que había muchos ataques de las bandas fascistas que te mataban y te secuestraban en el marco de un gobierno que no era fascista.

    Sin embargo se organizaba desde el propio Gobierno. López Rega que organizaba a la Triple A estaba en el gabinete de Isabel Perón. 

    Las bandas se organizaban desde el Ministerio de Acción Social con lumpenes de las villas y fundamentalmente con elementos segregados de la policía, no de las Fuerzas Armadas, y ahí convergían con la C.N.U., que era una corriente organizada facha. Había fascistas aunque había una situación de movilización impresionante. Todo en los 70 era más extremo que ahora, estaba muy polarizado y el tema de la guerrilla hacía que la polarización fuera hacia esos extremos. 

    En las Coordinadoras del 75 que surgieron en torno al ‘Rodrigazo’ fueron las que conquistaron los convenios más avanzados como subproducto de esa lucha. ¿Vos estuviste en esas tomas de fábricas? 

    No, yo acompañaba de afuera porque yo era estudiante. Estudiaba medicina, y acompañé la toma de Del Carlo, del compañero Arturito Apaza que era delegado general. Ahí acompañábamos la toma y estábamos afuera, hacíamos el aguante, las cosas que se hacen ahora en una toma de fábrica, juntando víveres, haciendo campaña, etc.

    Cuando se habla de militancia de izquierda en los 70 se piensa en la guerrilla y es importante saber que había un debate estratégico y que había otra izquierda, la del PST de Nahuel Moreno, que discutía otra estrategia. ¿Cómo eran estos debates con la guerrilla?

    En honor a la verdad histórica quiero decir que estaba la corriente del sindicalismo clasista que encabezaba Tosco, bastante cercano al PRT y al PC. El PCR con Salamanca en Córdoba también tenía una fuerte inserción en el clasismo. Todo un sector de la izquierda, los que nos llamábamos los insurreccionalistas, que decíamos “el ejemplo es el Cordobazo”, las bombas que tiró la guerrilla no sirvieron para nada en el Cordobazo, la guerrilla era marginal en esos procesos. Nosotros apalancábamos esa experiencia y decíamos que la alternativa era construir un partido obrero fuertemente enraizado en la clase obrera más concentrada y en los barrios obreros y populares, y desde ahí dirigir y organizar la insurrección. Y había otro sector que decía que estaba bien hacer la insurrección, pero que la clave era tener un brazo armado por que sino después cuando venga la insurrección si no tenías un brazo armado ibas a perder. 

    Militar en dictadura

    La mejor forma de resistir la política represiva era enraizarse, meterse junto al movimiento obrero, en las barriadas, en los lugares de estudio, en las fábricas. Por supuesto en la fábrica “chito la boca”, con mucho cuidado. Pero ahí donde había alguna cosita tirábamos, por ejemplo un petitorio por la ropa de trabajo, íbamos por ahí, por las necesidades mínimas, básicas, los reclamos más elementales, tratando de organizarlo muy pegadito, apenas unos centímetros por delante del conjunto, por que en donde sacabas mucho la cabeza eras boleta.

    Así logramos resistir. Hicimos cosas insólitas: quien te habla estuvo un año yendo a la iglesia todos los domingos por que había surgido un grupo, en la época de la guerra con Chile, de rechazo a la guerra y entonces nos metimos también ahí a trabajar con los jóvenes católicos, que tenían un pacifismo progresivo. Todo el período de la dictadura siempre bien pegados a la realidad social y a la vida de la clase trabajadora del pueblo y a partir de ahí tener una política para ir organizando y desarrollando la lucha en el nivel en que la clase estaba en condiciones de dar.

     

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