Mientras el oficialismo busca consolidar la relación con el sector dialoguista de la central obrera, con algunos gremios más que dispuestos a la negociación, otro sector empuja medidas de fuerza y comienza hablar de la posibilidad de una ruptura.
El anuncio del paro nacional de transportes que realizaron el martes de la semana pasada los gremios del sector del transporte puso en evidencia con más claridad que nunca las grietas que dividen a la CGT. Estas tensiones internas están haciendo crujir a la central obrera, al punto que en las últimas horas el cosecretario cegetista y adjunto del sindicato de Camioneros, Pablo Moyano, deslizó la posibilidad de una ruptura.
La tensión política que busca generar el paro anunciado para el próximo 30 de octubre por la Mesa Nacional del Transporte contrasta fuertemente con la participación en la “mesa tripartita” (junto a empresarios y a representantes del Gobierno) del sector “dialoguista”. La decisión se confirmó tras la reunión que mantuvieron el pasado 1 de octubre en Casa Rosada dirigentes como el cotitular cegetista Héctor Daer (sanidad), Gerardo Martínez (Construcción) y Andrés Rodríguez (UPCN), que finalmente acordaron sumarse al Pacto de Mayo para intentar negociar los artículos más controvertidos de la reforma laboral aprobada por el Gobierno en el marco de la Ley Bases.
No participaron de ese encuentro Moyano ni ningún representante de los gremios aeronáuticos, embarcados en un duro enfrentamiento con el oficialismo, que quiere avanzar por todas las vías con la privatización de Aerolíneas Argentinas. Tampoco se sumaron los diputados de origen sindical Sergio Palazzo (bancarios) y Mario “Paco” Manrique (secretario Gremial de la CGT y Adjunto de Smata), quien pocos días después de la reunión incluso confirmó su salida del Consejo Directivo cegetista, denunciando que “la CGT se convirtió en cuatro o cinco dirigentes que discuten a escondidas”.
3 Razones para no privatizar Aerolíneas Argentinas – resistenciaonline.com
El dirigente metalmecánico aseguró que los participantes del encuentro con el Gobierno ni siquiera explicaron “qué hablaron, qué están discutiendo” con el oficialismo. Y agregó: “La CGT se enoja cuando en momentos electorales la política la dejan de costado, pero nunca asume un compromiso, siempre están navegando en ese río del medio a ver en qué orilla se paran según la conveniencia de algunos actores”. El gremialista, además, lamentó la nueva defección gremial, afirmando que “hasta que Francos asumió como Jefe de Gabinete, la gente había empezado a confiar en la CGT. Después llegó Francos, les abrió la puerta y todo cambió”. Efectivamente, en lo que hace a este sector más claramente acuerdista, da la sensación de que no se sentaron antes en la mesa de negociación con Milei simplemente porque no los habían invitado.
El propio Moyano explicitó algunas de estas críticas a los “conciliadores”, afirmando que “dialogar con el Gobierno no sirve para nada”. “No entiendo eso de ir a hablar con funcionarios que cagaron a palos a jubilados y le quieren sacar el presupuesto a las universidades”, enfatizó, advirtiendo que “hay un montón de cosas que deberían discutirse en la CGT y no se están discutiendo”. En este cuadro de tensiones crecientes, el camionero incluso anticipó una posible renuncia a la central obrera, anticipando que “después del 30 de octubre veremos si continuamos”.
Así, el paro de transportes de fin de mes cobra una relevancia central para el mundo sindical, y puede constituir un punto de inflexión clave en un contexto de inestabilidad en el que el Gobierno no logra capitalizar plenamente sus logros para consolidar una imagen de control de la situación, y en el que la masiva irrupción del movimiento estudiantil logró poner en cuestión en pocas horas la victoria política lograda por el Gobierno en Diputados con el blindaje del veto a la Ley de Financiamiento Universitario.
La flamante Mesa Nacional del Transporte, conformada hace pocas semanas, está integrada por la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT, encabezada por el ex titular cegetista Juan Carlos Schmid, titular de Dragado y Balizamiento y de la Fempinra) y por la resucitada Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT, que relanzó y encabeza el titular de La Fraternidad Omar Maturano). Los principales reclamos que motivan el paro del 30 de octubre son la necesidad de defender la soberanía, de pelear por el poder adquisitivo de los salarios y de rechazar los intentos de limitar el derecho de huelga por vía de maniobras como la declaración de “esencialidad” de alguno de los servicios (como ya hizo el Gobierno con educación y con el sistema aeronáutico, más allá de que en ambos casos la decisión fue luego impugnada por la Justicia).
La Unión Tranviarios Automotor (UTA, gremio históricamente hostil al moyanismo, que integra la UGATT) no participó del plenario de la Mesa de este martes, pero de todos modos allí se modificó la fecha original de la convocatoria del 17 al 30 de octubre, para permitir que el gremio de Roberto Fernández (que tiene vigente una conciliación obligatoria dictada por la Secretaría de Trabajo hasta el 29) se sume a la iniciativa para garantizar un paro contundente que incluya a todas las modalidades del transporte. El sector de los choferes de colectivos es precisamente al que están apuntando las últimas movidas del Gobierno, que quiere desactivar o debilitar el paro. Como la UTA se encuentra en medio de una negociación salarial, se vienen llevando adelante frenéticas negociaciones desde el oficialismo, especialmente por medio del secretario de Transporte Franco Mogetta.
Moyano dejó abierta la puerta para que los colectiveros se sumen a la medida de fuerza, pero está claro que un acuerdo paritario previo a la fecha de paro haría improbable su adhesión. Aún sin los choferes de colectivos, la participación de camioneros, gremios aeronáuticos, ferroviarios, portuarios/marítimos y trabajadores del subte, garantiza el impacto de la medida de fuerza. De todos modos, el líder camionero busca extender el alcance del paro apostando a que la Mesa Nacional del Transporte opere como una suerte de CGT paralela. En ese sentido, en las últimas horas llamó a todos los gremios (más allá del transporte) a sumarse: “Ante el abandono, la represión, la entrega de la soberanía, a los jubilados y nuestros universitarios, la Mesa Nacional del Transporte convoca a todos los sectores al paro nacional que se realizará el próximo 30 de octubre”.
En cualquier caso, la decisión de este sector de la CGT que articula a gremios organizados en la Corriente Federal y en el Frente Sindical (que, por ejemplo, movilizaron contra el veto del aumento a los jubilados cuando el resto de la CGT permaneció prescindente), contrasta fuertemente con la actitud de no beligerancia de los referentes más “dialoguistas”, que paradójicamente representan a algunos de los gremios más golpeados por las medidas oficiales. Daer presencia en silencio cómo los hospitales protagonizan durísimos enfrentamientos desde hace más de dos meses; Martínez contempla una purga de decenas de miles de puestos de trabajo por el freno oficial al gasto en obra pública y Rodríguez ratifica paritarias a la baja y deja correr los masivos despidos de estatales. Junto con el histórico Armando Cavalieri (de Empleados de Comercio, el primer dirigente que buscó abrir negociaciones con la cartera de Sandra Pettovello) son la punta de lanza del dialoguismo gremial, que encuentra su efectiva contraparte en el jefe de Gabinete Guillermo Francos y en el asesor presidencial Santiago Caputo.
La unidad gremial que permitió dos paros generales a inicios de la nueva gestión y una serie de medidas de acción común contra el cuestionado DNU 70 y la Ley Bases, hoy parece estar al borde del quiebre definitivo. Estas tensiones internas explican las sucesivas dilaciones no sólo para concretar una reunión de Consejo Directivo, en la que hoy parece imposible lograr acuerdos de acción, sino también para ponerle fecha a la anunciada convocatoria a un plenario de seccionales, como el realizado en el mes de enero, después del que se decidió convocar al primer paro general.
Más allá de la disputa estratégica interna, la presión de unas bases cada vez más golpeadas por la recesión, la pérdida de poder adquisitivos, los despidos y cierres de empresas sumaría presiones para el llamado a un tercer paro general contra Milei, algo que hoy sólo parece posible tras un momento de quiebre gremial como los que dividieron a la CGT en los años de resistencia al menemismo, dando lugar a la CTA y al MTA moyanista.