El lunes 3 de abril a la madrugada fue asesinado el chofer de colectivo Daniel Barrientos. Esa misma mañana comenzó un paro de 80 líneas y cientos de trabajadores se movilizaron al cruce de Manuel de Rosas y General Paz, límite entre capital federal y provincia de Bs. As para manifestarse. En ese corte de ruta los trabajadores reaccionaron contra el ministro de Serguridad Sergio Berni dándole una golpiza producto de la bronca e impotencia. Días más tarde varios choferes presentes en el piquete eran detenidos brutalmente.
La bronca acumulada de los choferes, no fue solo por este asesinato. Fue por todos los compañeros que perdieron la vida y por las promesas nunca cumplidas tanto por el gobierno de Vidal como por el de de Kicillof. La bronca y el hartazgo explotaron cuando Sergio Berni bajó de un helicóptero. El ministro fue recibido con golpes, gritos y reclamos, y tuvo que ser “rescatado” por la policía de la ciudad de Bs.As.
Los primeros dichos y las detenciones
Luego de los hechos Berni afirmó que le advirtieron por la noche que podía ser una “emboscada” cuando fue la protesta de los colectiveros. Dijo que había “gente que venía a provocar”, pero aclaró que no es “alcahuete” y entonces confía en que “haya fiscales que tengan lo que hay que tener e investiguen”. Además, considero que el chofer “fue fusilado, brutalmente ejecutado” y agregó que “los testigos dicen que no fue un robo”.
Tres días más tarde se realizaron allanamientos y detenciones de choferes acusados de ser quienes golpearon a Berni. Decenas de efectivos coparon terminales de colectivos y retiraron legajos de trabajadores. Como si eso fuera poco, detuvieron a dos trabajadores en allanamientos con decenas de efectivos. Estos allanamientos se realizaron con una brutalidad desmedida, llegando incluso a precintar a un niño de 5 años como si fuera un criminal.
“Bajen las armas que no soy un malandra, soy un colectivero”
Los allanamientos tuvieron una clara lógica de show, para amedrentar a los trabajadores que protestan. La reacción que generaron estos hechos, sin embargo, fue la contraria. Vvarias lineas de colectivos reaccionaron con un paro: 218, 284, 325, 378, 622 y 628. También la 620 donde trabajaba Daniel Barrientos y la 382 de la empresa Nueva Ideal.
“No podemos salir de la empresa, está toda custodiada”
¿Qué dice la UTA?
Mientras se detiene trabajadores y sustraen legajos en un tira y afloje de las campañas políticas de la oposición y el gobierno, la UTA sacó un tibio comunicado en el que se pide “comprensión” y la liberación de los trabajadores, pero no denuncia la sustracción de legajos de trabajadores por parte de la policía. Asimismo llamó a un paro de la línea 620, pero no hubo un llamado a ninguna medida unificada por la liberación inmediata de los trabajadores.
Los mismos dirigentes que abandonaron el reclamo de las cabinas, con las cuales Daniel Barrientos no hubiese muerto, son los que hoy se niegan a llamar a un paro general para exigir la liberación de los choferes que explotaron de bronca. Son los mismos que sistemáticamente vienen abandonando a sus trabajadores frente al creciente vaciamiento y abandono de las líneas.
El gobierno y las patronales: subsidios y desinversión
Ante el asesinato del chofer, Berni y Kicillof se reunieron con el ministro de Transporte y la UTA para crear una comisión de seguimiento para la instalación de las cámaras en los colectivos. Hace años que estas cámaras deberían estar instaladas. Hace años que se pagan subsidios para ello y hace años que los choferes lo reclaman. Hace años tambien que las patronales no invierten ese dinero y que el Gobierno mira para otro lado.
Tanto el gobierno de Vidal como el de Kicillof pagaron miles de millones de pesos para la instalación de estas cámaras que nunca se controlaron. A ambos lados de la grieta los políticos de la burguesía se rasgan las vestiduras y se tiran acusaciones a diestra y siniestra. Mientras tanto, la muerte de Daniel Barrientos, “el Capitán”, que estaba a un mes de poder jubilarse, se sumó a todas las muertes y mutilaciones de compañeros de los últimos años y los oídos sordos de patronales, gobiernos, y direcciones sindicales.
Los choferes explotaron de bronca y fueron más allá de lo que habían ido con sus reclamos en muchísimos años. Las piñas a Sergio Berni dejaron a los choferes en pie de lucha, a los políticos de la burguesía jugando a la “grieta” con la vida de los laburantes, y un paso adelante en las promesas de inversión.
