El pasado 20 de diciembre, Javier Milei anunció un mega decreto en el que modifica y deroga más de 300 leyes que afectan a casi todas las actividades económicas y sociales del país. En el artículo 334 del DNU 70/2023 se incluye la modificación del artículo 19 bis de la norma N° 20.655, conocida como Ley del Deporte.
La ofensiva de las SAD
Con esta reforma se habilita a que las instituciones sociales y deportivas adopten la forma jurídica de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD).
Entre muchas otras afectaciones a nuestros derechos, el Gobierno nacional se entromete en los clubes que adoptaron el modelo de asociaciones civiles sin fines de lucro y permite su privatización. Además, se allanó el camino para la creación de entidades deportivas de carácter privado. Si bien su afectación es a los deportes en general, específicamente, apunta al fútbol.
El fenómeno más popular de nuestro país, porque conmueve multitudes, y que en 2022 nos brindó una alegría a millones con el campeonato del mundo.
Revés judicial para Milei. Ahora la palabra la tiene la Corte Suprema y la movilización en las calles.
Para poder implementar completamente las SAD en el fútbol argentino, es necesario modificar el Estatuto de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) que , actualmente, no contempla que sus miembros sean Sociedades Anónimas (SA), por lo tanto éstas no podrían participar de las principales competencias tanto nacionales, como internacionales.
El Presidente ultraliberal desafía esta situación porque es un obstáculo a sus planes privatizadores, y por este motivo, en el decretazo, incorporan un apartado especial, el artículo 19 expresa: “No podrá impedirse, dificultarse, privarse o menoscabarse cualquier derecho a una organización deportiva, incluyendo su derecho de afiliación a una confederación, federación, asociación, liga o unión, con fundamento en su forma jurídica, si la misma está reconocida en esta ley y normas complementarias”.
En consecuencia, la AFA está obligada a modificar su Estatuto, ya que no puede “prohibir” la participación de un club en torneos o ligas solo por ser una SAD.
El “modelo inglés”
Javier Milei no oculta sus intenciones privatizadoras, las explicita. Previo a las elecciones presidenciales se expresó sobre este tema y generó una reacción en cadena que repudió sus palabras. “A mí me gusta el modelo inglés, no les va mal. La pregunta es cómo se financia. Las sociedades anónimas, de hecho, tienen clubes que cotizan en bolsa y todo.
“¿A quién le importa quién es el dueño si ganás y sos campeón del mundo?”, planteó. De esta manera, el Estado interviene la Ley del deporte para garantizar grandes negocios a los capitales foráneos y a los grandes empresarios, que a los instantes de ser anunciado este DNU, ya acechan con la mirada.
El primero, fue el grupo comercial BlueCo, dueños del club inglés Chelsea, que ya tienen bajo la lupa a seis equipos: Banfield, Newell’s, Racing, Lanús, Estudiantes y Boca. Otro que también podría estar interesado es un amigo de Milei y Macri, Joe Lewis, el magnate dueño de 15 mil hectáreas en plena cordillera patagónica y apropiador del Lago Escondido, es propietario del Tottenham también de Inglaterra.
Cualquiera de esta especie podría comprar un club y cambiarle el nombre, no sería extraño ver un Buenos Aires City jugar la liga. En definitiva, es bajo esta lógica que iniciaron una nueva ofensiva que no es reciente en nuestro país.
Macri, un revanchista
Una de las primeras propuestas para introducir las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) vino de la mano de un presidente de Argentina y de Boca Juniors. Mauricio Macri fue titular del Xeneize durante 12 años consecutivos (entre 1995 y 2007) y, a finales de los años ’90, impulsó un proyecto para modificar el marco jurídico e incorporarlas; sin embargo, fue un intento estrepitosamente fallido, ya que en la AFA solo fue respaldado por él mismo.
Tuvo su primera revancha en 2016. Ya como Presidente de Argentina reabrió la discusión intentando presentar un proyecto de ley para modificar la Ley del Deporte, pero se encontró con un repudio generalizado que dejó en suspenso su nueva ofensiva. Luego, tuvo su segunda oportunidad en las semanas previas a las elecciones en Boca en las que se presentó como vicepresidente de la fórmula opositora para retomar la dirigencia y continuar con todo tipo de negociados.
Percibiendo su desventaja, hizo uso de su influencia en la Justicia para poner trabar el acto electoral e intentar hacerse del club por los caminos judiciales, pero una multitud de hinchas xeneizes se movilizó en apoyo a Juan Román Riquelme y reclamó que los comicios se concreten.
El ídolo y ahora presidente del club de La Ribera, durante el proceso electoral, había señalado, con la claridad que lo caracteriza, que la intención de Macri y la fórmula opositora era privatizar el club, y no estaba equivocado.
Con muy poco margen para la duda, se puede afirmar que quien está detrás de esta reforma no es otro más que Mauricio Macri; las SAD son su obsesión y él es su promotor. No lo consiguió cuando fue presidente de Boca, ni cuando lo fue de Argentina, fallaron las vías democráticas y republicanas. Por eso, la ofensiva privatizadora es impuesta por decreto.
Los clubes son de los socios, no de los empresarios
El nuevo gobierno, los grandes empresarios y el modelo neoliberal sostienen que el fútbol argentino y sus clubes no pueden resistirse a la lógica del mercado que impera en el mundo y deben someterse a ella. Aunque el modelo de las sociedades anónimas está esparcido por el mundo, e incluso está presente en Sudamérica, Argentina es una excepción.
En contraste, y considerando que en nuestro país el fútbol está viciado de corruptelas, disputas políticas y negociados, en Argentina la situación es distinta. Existe una gran tradición de resistencia a las privatizaciones, se debe al carácter asociativo de origen con el que nació el fútbol en nuestro país, a finales del siglo XIX y principios del XX, en barrios populares y en manos de jóvenes estudiantes y trabajadores.
Durante más de cien años, tradiciones enteras han elegido sostener el modelo de asociación sin fines de lucro. Es decir, no es el criterio de generar ganancias el que guía el funcionamiento del club, como sí ocurre con los empresarios, sino la pasión por el deporte. Las instituciones representan más que solo fútbol; tienen una identidad que se arraiga y se crea en los barrios, ofrecen más deportes en su interior y, sobre todo, cumplen un destacado rol social educando y construyendo valores.
La conciencia de este conjunto de razones permitió que hinchas y socios recuperen, en 2008, un club como Racing de Avellaneda de las manos de empresarios. Por eso, se ha generado un repudio en cadena a esta propuesta privatizadora en cada oportunidad.
Frente al decreto y a los dichos del Presidente, cientos de clubes, desde los más grandes hasta los más pequeños, se han manifestado en contra de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Los socios e hinchas, los verdaderos dueños de los clubes, no están dispuestos a perder su democracia, la posibilidad de elegir a sus dirigencias ni a que les arrebaten su identidad, ni su pasión.
Para evitar que esta ofensiva prospere, es necesario que los socios e hinchas sigan fortaleciendo sus espacios de organización, como las coordinadoras, que exijan a sus dirigencias pronunciamientos fuertes y claros, para profundizar de manera contundente el rechazo contra el DNU y las SAD.
Matías Pereyra