La izquierda francesa conquistó el primer lugar en las elecciones, pero el primer ministro elegido por Macron es Michel Barnier, un viejo conservador que comparte la política xenófoba de la extrema derecha. Resistencia Online consultó a Max Sattonnay, director de comunicación del periódico europeo The Battleground, quien nos brindó un panorama de la situación política actual. “El único mandato que le dio el pueblo francés hasta ahora es luchar contra la extrema derecha”, afirmó el analista.
El pasado 7 de Julio se celebraron las elecciones legislativas en Francia con el objetivo de establecer una nueva mayoría parlamentaria absoluta o mantener la hasta entonces vigente, que renueve la legislatura (a saber: primer ministro y todas las carteras ministeriales, a excepción de Seguridad y relaciones exteriores reservadas para el presidente Macron).
Las elecciones fueron anticipadas, de forma preventiva, por el presidente Emmanuel Macron, tras el fuerte avance de la ultraderecha en las elecciones al Parlamento Europeo.
Crece la extrema derecha en el Parlamento Europeo – resistenciaonline.com
A pesar del pronóstico de una victoria (incluso holgada según algunos sondeos previos) de la Agrupacion Nacional (AN), espacio político liderado por la ultraderechista Marine Le pen, el pueblo francés brindó un voto de confianza al Bloque de Izquierdas, NFP para impugnar la conformación de una gobierno de derechas. Tras una primera vuelta que había dejado sin opciones a Macron de conformar una mayoría que le permita ratificar al ex primer ministro Attal, se llevó a cabo un acuerdo político a regañadientes y obligado entre el grupo político del presidente francés y Jean Luc Melenchon, referente de France Insoumise, el partido de izquierdas que encabeza el NFP.
El bloque de izquierda decidió retirar las candidaturas de los legisladores de su fuerza allí donde se encontraran en 3er lugar y, de esta forma, polarizar con los candidatos de Le Pen. La estrategia fue un éxito, ya que generó una presión sobre la base social de Macron que le obligó a hacer lo mismo en varias jurisdicciones.
Resistencia Online consultó al analista Max Sattonnay, Director de Comunicación de The Battleground, sobre las razones de esta sorpresiva victoria del NFP en los comicios del 7 de Julio, y nos respondió lo siguiente: “Me parece que los electores entendieron que la creación de esta coalición de izquierdas era un momento histórico. El frente republicano se extendía a los partidos del centro y de la derecha, por lo tanto la mayoría de votos de izquierdas fueron al NFP“.
En términos electorales, esto permitió no solo frenar a Le Pen, sino también que la izquierda lograra 192 escaños de los 577 disponibles. Lejos de la mayoría absoluta, pero indiscutiblemente ubicándose como la primera mayoría del parlamento. La pregunta entonces es: ¿Por qué luego de este triunfo de la izquierda el cargo de primer ministro quedó en manos de un político conservador?
Ganó la izquierda, pero gobierna la derecha
En las últimas semanas, Macron decidió desconocer el mensaje de las urnas y designó primer Ministro a Michel Barnier, dirigente histórico del conservadurismo francés, que compitió en las elecciones legislativas obteniendo tan solo 45 escaños.
Sobre este punto, Sattonnay afirmó que “no hay ninguna relación entre lo que ha votado el pueblo y la situación actual protagonizada por Emmanuel Macron. En las elecciones presidenciales de 2017 y de 2022, Emmanuel Macron ganó gracias a los votos de rechazo a Marine Le Pen. Por lo tanto, el único mandato que le dio el pueblo francés hasta ahora es luchar contra la extrema derecha”, y agregó: “Queda claro que en la segunda vuelta de las elecciones de 2024, el principal mensaje mandado por el pueblo francés fue un «no» rotundo a la extrema derecha”.
Tras las elecciones, las distintas fuerzas al interior del NFP (en orden de importancia: Francia Insumisa, Partido Socialista, Partido Verde, Partido Comunista Francés y NPA) habían tomado distintas posturas. Mientras la mayoría de la alianza reclamaba el nombramiento de un primer ministro del NFP y la aplicación de su programa, el partido socialista del ex presidente Hollande (que supo tener como ministro de economía a Macron) y los verdes, negociaban a través de Attal un gobierno de coalición que excluyera a los “extremos” de Francia Insumisa y AN, poniendo en duda el centro de lo que se propuso la alianza de izquierda que ganó las elecciones: romper con las políticas neoliberales de fondo y la política antimigratoria que viene in crescendo desde la caída de popularidad de Macron.
Queda claro que, si bien son necesarios para la victoria y son el factor que reviste de histórica la alianza conseguida al formar el NFP, los partidos de centro izquierda están preparados para “saltar del barco” y abonar a una coalición con lo peor de la política burguesa para conservar o conseguir cargos.
”Esto se ha visto en la quinta circunscripción de los franceses del extranjero, en la que candidatos de izquierdas en elecciones anteriores se negaron a apoyar al candidato de France Insoumise hasta el último día de la segunda vuelta. Otros ejemplos destacables son François Ruffin, quién anunció dejar France Insoumise pocos días antes de la segunda vuelta de las elecciones, por miedo a que su asociación con Jean-Luc Mélenchon (líder de FI) pueda impedir su victoria. Esta situación fue el resultado de una estrategia de diabolización llevada a cabo por Macron, la derecha y la extrema derecha, cuyo objetivo era desinformar a los ciudadanos haciéndoles creer que la France Insoumise era un partido de extrema izquierda que ponía en peligro a la democracia”, explica Sattonay.
Tras el rechazo de la primer ministro propuesta por el NFP, Lucie Castets, la designación de Barnier y las declaraciones de distintos miembros de AN que aseguraban que el candidato a primer ministro propuesto por Macron contaría con su apoyo, se llegó al summum de la política antiizquierdista, rompiendo el “cordón sanitario” que acababa de ser utilizado para cerrarle las puertas a Le Pen. Ahora, el “extremo” impugnado por la política francesa burguesa resulta ser el NFP y su programa de izquierda.
El gran desafío: enfrentar la división de la clase trabajadora
Se evidencia entonces que el acto eleccionario de julio no tenía las mismas reglas para todos. Para el NFP no es suficiente ganar las elecciones para aplicar su programa. En cambio, si la victoria de las legislativas hubiera sido para Le Pen, no tardaría en largarse una ofensiva antiinmigrante voraz, que de hecho ya está en curso.
Hace algunos días se aprobó en el parlamento, con votos del macronismo y AN, una reforma en la política migratoria que establece restricciones aún más prohibitivas para la entrega de subvenciones a extranjeros no comunitarios, y la posibilidad de retener sin dar ingreso a aquellos no considerados refugiados según los índices establecidos por la Unión Europea, cuyo consejo encabeza actualmente el presidente francés.
El mandato de Barnier comenzó hace algunos días, y la profundización de las políticas de derecha ya está en marcha. Sattonnay explicó: “Podemos esperar de Barnier unas políticas económicas ultraliberales y una doctrina migratoria de extrema derecha ya que, para poder implementar sus políticas, tendrá que asegurarse los votos de los diputados de extrema derecha. De momento, Marine Le Pen dice tolerar a Michel Barnier como primer ministro. Se puede explicar esto por las similitudes entre las políticas que Barnier defendía durante el debate de los candidatos de la derecha en las elecciones presidenciales de 2022, y las del Rassemblement National: Moratoria sobre la inmigración, limitación drástica de la reagrupación familiar, fin de las regularizaciones, fin de la AME (Asistencia Médica del Estado), facilitación de las expulsiones, reforma del derecho de asilo”.
La decisión de Macron de no respetar el mandato popular nos revela lo siguiente: el programa del NFP podrá ser llevado a cabo cuando cuente con un apoyo absolutamente mayoritario que desborde las trabas impuestas por la derecha y la ultraderecha, y el sistema electoral francés. Para ello deberá cerrar la división de clases instrumentalizada por la derecha a través de la xenofobia y el racismo.
Todos los estudios sociológicos que apuntan a medir las bases de apoyo de la derecha y de la izquierda arrojan que el apoyo a Le Pen proviene de la clase trabajadora blanca, sobre todo en las ciudades más pequeñas y en la ruralidad. mientras que la izquierda se hace fuerte entre la población negra, migrante y en las grandes urbes.
Para romper con esta división tan dañina y funcional de la derecha, el NFP debe dar un paso hacia adelante en su impugnación de este sistema que oprime por igual a todos los trabajadores sin importar color de piel o país de origen. Solo con el apoyo de los sindicatos, las más grandes movilizaciones y la vocación de transformar de fondo la realidad del pueblo francés podrá terminarse con esta tendencia derechista que asola Francia al igual que a la mayoría de los países del mundo.
Sin embargo, no todo ha sido en vano, el NFP ha demostrado que es posible conformar un frente electoral de la izquierda y los sectores dispuestos a enfrentar las políticas que persiguen la segregación y el aumento de las tasas de explotación sobre los hombros de la clase trabajadora que sea realmente competitivo y dispute el poder las instituciones del estado.
La moneda está en el aire, y la izquierda ya ha realizado una movilización de cientos de miles el pasado 7 de septiembre. Es este el camino de la resistencia hasta 2027, es necesario conformar una fuerza política en las calles y en el parlamento que logre romper con la disgregación entre la clase trabajadora francesa blanca y la clase trabajadora francesa negra y migrante.
En cierto punto, el giro derechista de Macron demuestra que la vieja consigna “ni Macron, ni Le Pen” era absolutamente acertada, y allana el camino hacia un enfrentamiento directo contra el programa antiinmigrante y antiobrero impulsado por la derecha en su totalidad.