El Presidente afirmó que Villarruel “no es parte de las decisiones de Gobierno” y acusó a la referente del negacionismo de la última dictadura de estar más cerca de “la casta” que de la visión de su gestión.
La grieta entre Javier Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, ha quedado expuesta. En diálogo con La Nación +, el mandatario abordó temas clave de su gestión, como su reciente viaje a Brasil y Estados Unidos, el panorama económico y la necesidad de completar la Corte Suprema. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue su contundente mensaje hacia Villarruel, marcando distancia con declaraciones que no pasaron desapercibidas.
“Villarruel no tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones. No participa en las reuniones de Gabinete. Decidió no participar. Hace mucho tiempo que no lo hace”, afirmó el presidente, dejando al descubierto una relación debilitada y un funcionamiento institucional que parece tambalear. Para Milei, la vicepresidenta está más cerca del “la casta” que de las ideas y dinámica que promueve el Ejecutivo.
El contexto legislativo no ayuda. Con el Congreso prácticamente paralizado y sin señales de aprobar un presupuesto para 2025, lo que algunos parlamentarios de la oposición denuncian como una maniobra para seguir recortando fondos discrecionalmente. Otras iniciativas parlamentarias, como la modificación de las PASO, son usadas para ejercer presión sobre los gobernadores y mantener en jaque al Pro.
En este marco, el presidente se ha expresado firmemente en su postura respecto a la necesidad de avanzar con la reforma de la Corte Suprema. “Estoy esperando que el Senado avance. Si el Senado no avanza, no me queda otra que el decreto”, aseguró, dejando abierta la posibilidad de designar a jueces por decreto, una medida que recuerda al polémico DNU de Mauricio Macri. Recordemos que la iniciativa de designar a Ariel Lijo a la Corte Suprema de Justicia fue el motivo de la ruptura de Francisco Paoltroni, senador ligado a Villarruel. Esto dejó al bloque de La Libertad Avanza tan sólo con seis votos en la Cámara.
Lejos de la Casa Rosada, Villarruel ha mantenido una intensa agenda territorial. La referente del discurso negacionista de la dictadura sostiene un perfil nacionalista que encuentra eco en algunos sectores. Desde que asumió, ha visitado al menos 17 provincias, superando ampliamente al presidente en presencia federal. Este despliegue ha generado desconfianza en el entorno de Milei, donde algunos interpretan que la vicepresidenta está construyendo un perfil político propio, más orientado a futuras contiendas electorales que a fortalecer la gestión actual.
El aniversario de la victoria en el balotaje fue otro punto de contraste entre ambos. Mientras Milei regresaba de su gira internacional, Villarruel conmemoraba la fecha en redes sociales con una foto de ambos en tiempos más unidos. En su mensaje, evocó la lucha “como David contra Goliat”, recordando los desafíos que enfrentaron juntos en la campaña. Sin embargo, esa imagen de unidad parece haberse desvanecido, como lo demuestra la ausencia de nuevos registros de interacción pública entre ambos.
Las diferencias entre Milei y Villarruel no son nuevas, pero parecen haberse intensificado en los últimos meses. Desde el inicio de su mandato, ciertos gestos y decisiones políticas dejaron entrever fisuras en su relación. Ya en la noche de su victoria electoral, mientras celebraban junto a figuras como Mauricio Macri y Patricia Bullrich, surgieron señales de discordancia. La aparición de una agrupación con simbología distintiva, marcada por el color violeta, fue interpretada como un indicio de la distancia entre ambos liderazgos.
Tras el lanzamiento de la agrupación militante “Fuerzas del Cielo”, con el Senado inactivo desde hace semanas, y sin perspectivas claras de reactivación, las tensiones han llegado a un punto crítico.
