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    Historias militantes: Natalia construye un sindicato en la cuna del capitalismo

    Escribo estas líneas mientras en Argentina suceden las elecciones presidenciales. A la distancia, con amigues y familiares presos de la campaña del miedo, figuras públicas abanicando las llamas del pánico en redes sociales y la televisión y viendo un crecimiento del odio y el rencor (en muchos casos justificado por años de malaria) en capas de la población que, aun a sabiendas de lo que significa, en muchos casos, prefieren votar al candidato facho.

    Hoy más que nunca, la convicción de que la única salida es la militancia en la izquierda y la lucha en las calles se afirma.

    Breve historia de una troska en Nueva York

    Mi militancia empezó por el año 2017, después de la toma del MINCyT en diciembre del 2016, a menos de un año de empezar mi beca doctoral. Comencé a militar en el Nuevo MAS siendo parte de un grupo que participaba de la organización política de becaries doctorales y postdoctorales en la lucha por un convenio colectivo de trabajo para el sector científico (promesa eterna de los gobiernos progresistas que aún hoy sigue sin cumplirse), el reconocimiento de les becaries como trabajadores y una mejora en general del sistema científico.

    Hacia finales de 2021 la realidad de un sistema científico altamente expulsivo me llevó a postularme para una postdoc en Nueva York. En paralelo, distintas discusiones que se venían procesando hacia adentro del Nuevo Mas desde el comienzo de la pandemia iban decantando cada vez más hacia una postura con la cual no acordaba y me llevó a discutir con mi dirección e incluso a presentar mi postura en un plenario regional.

    ¿A dónde va el Nuevo MAS?

    En agosto de 2022 me mude a Nueva York, en una situación precaria con mi partido, aterrice en un país “difícil para militar”. Dos meses después, la dirección del Nuevo MAS decidió expulsarme, junto con un grupo de compañeres, por pedir presentar una orientación política distinta en el plenario partidario.

    Uno elige luchar, aunque no siempre en qué condiciones hacerlo

    Estados Unidos, un país de historia sindical que se encargó de borrarla en las ultimas cinco décadas, está viendo un recomienzo de la lucha obrera, que empezó con los trabajadores de Amazon y siguió con los docentes en 2022. Actualmente son cientos de miles les trabajadores de Starbucks que se están afiliando a su sindicato, peleando para que reconozcan y les garanticen sus derechos.

    Hace sólo un par de semanas terminó una huelga histórica de actores y escritores de Hollywood. Estas luchas se caracterizan por ciertos componentes importantes: muches jóvenes son parte de él, hay mucha solidaridad de clase y una conciencia política más bien de izquierda.

    Huelga del sindicato de guionistas: Hollywood piquetero

    En este contexto, poco antes de que yo comenzara a trabajar, los postdocs del hospital donde trabajo se organizaron y votaron formar un sindicato. Hoy, hace un año que soy parte del comité organizativo del sindicato (algo así como la junta interna en términos argentos) que se encuentra negociando su primer contrato y ya votamos por amplia mayoría la autorización para llamar a paro cuando el momento sea propicio.

    A esta altura, muches lectores estarán pensando en cuál es la moraleja de esta historia. Pues bien, yo se que estamos todos muy preocupados por el balotaje. Que tememos por el futuro y algunes incluso piensan que de ganar Milei, es el fin de la historia y de todo lo conocido. Pero si algo me enseñó emigrar a la capital mundial del capitalismo y el individualismo, es que la lucha es la salida, que en cualquier situación se puede elegir luchar. Por su puesto, hay condiciones mejores y condiciones donde todo es una mierda. Pero uno no puede elegir en qué condiciones, lo que puede (y debe, en mi opinión) elegir es luchar.

    Si algo me enseñó emigrar a la capital mundial del capitalismo y el individualismo, es que la lucha es la salida, que en cualquier situación se puede elegir luchar.

    Quién gane las elecciones presidenciales, determinará las condiciones de lucha, pero no hay que perder de vista que sean cuales sean esas condiciones, la realidad de la clase trabajadora va de mal en peor, que la deuda externa no se puede pagar y que es hora de parar con este círculo vicioso en donde siempre las penas son nuestras pero las vaquitas son ajenas. La única salida hoy y siempre, es la organización, la militancia política de izquierda.

    Balotaje Massa-Milei: ¿Qué tiene que hacer la izquierda?

    Podemos putear, podemos llorar y patalear, pero nos tenemos que levantar y comenzar a organizar para resistir los embates y luchar por una salida genuina que ponga por delante los intereses de quienes movemos el mundo, los laburantes.

    En solidaridad.

    Natalia F

     

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