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    Defender la Ley del Libro es defender la cultura

    Una librería independiente es mucho más que un comercio. Es la posibilidad de que el librero o librera que te atienda te pueda recomendar, es la posibilidad de que pequeñas editoriales sean difundida, es la oportunidad de que cientos de autores y autoras puedan difundir sus trabajos, es el lugar dónde la tarea de miles de personas (autorxs, editorxs, dibujantes, diseñadores, fotógrafxs y tantos otros participantes del mundo editorial) llega a las manos de un lector o una lectora. 

    Para facilitar esta realidad, desde el año 2002 existe en Argentina la Ley en Defensa de la actividad librera  (25.542), más conocida como la “Ley del Libro”, que, entre sus puntos más importantes, fija un precio de venta único para todas las librerías del país. ¿Qué significa esto?, que se garantiza que el precio fijado por la editorial sea el mismo para una persona que vive en La Quiaca, Buenos Aires o en Santa Cruz, sin importar si lo compra en una gran cadena de librerías o en una librería de barrio.

    Con la llegada del gobierno de Javier Milei, esta ley está en peligro. Primero la quisieron derogar en la primera versión (caída) de la Ley Ómnibus. Y  hace algunas semanas, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, volvió a declarar que van a intentar derogarla tarde o temprano, bajo el argumento de que desregulando el precio único los libros van a llegar más baratos a la gente. El Ministro puso un ejemplo contundente: “En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”.

    Lo que no dice el ministro de Milei es que, de ser cierto que los libros bajen los precios, sólo Amazon tendrá esa capacidad de hacerlo. De esta manera, la empresa multinacional pondrá muy baratos algunos títulos (porque tienen una enorme capacidad de negociación con las editoriales que una pequeña librería no puede tener) y las fuentes de trabajo de miles de personas en Argentina correrán peligro. Esto sucedió ya en Estados Unidos y en Inglaterra, que tenían leyes similares a la que en la actualidad hay en Argentina y, tras liberarse el precio de los libros, la actividad cayó notablemente.  

    Los números

    Desde que asumió, el Gobierno nacional viene diciendo que hay que achicar el gasto del Estado, pues bien, la Ley 25.542 al Estado le cuesta cero pesos.

    Pero además, según informa la Cámara Argentina del Libro en su sitio web, desde que se sancionó la ley se duplicaron la cantidad de editores, se triplicó la cantidad de novedades y Argentina se convirtió en el país con más cantidad de librerías por cantidad de habitantes en la región, llegando a 1500  librerías a lo largo y ancho del territorio.

    Estos datos no sólo demuestran que la actual reglamentación ayuda a sostener miles de fuentes de trabajo, sino que echa por tierra el argumento de Sturzenegger de que “no se puede pensar en nada más anti cultura que no permitir que los libros lleguen baratos a la gente”. La Ley 25.542 garantiza más que ninguna la diversidad cultural de la actividad librera.

    En otro informe publicado por la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y afines, se demuestra que en países como Francia (de donde se copiaron las bases de la ley argentina) el 45% de la venta de libros surge de la actividad de las pequeñas librerías, mientras que en el Reino Unido, según estadísticas de la Booksellers Association, hasta 1995 había 1894 librerías independientes y, tras la eliminación del precio único cerraron casi 1000 librerías, quedando solo 967 en 2021.

    La cultura en peligro

    Si Amazon se instala definitivamente en nuestro país, si el precio único de los libros es desregulado, si cientos de librerías independientes tienen que cerrar sus puertas, no sólo será un golpe económico durísimo para miles de personas, sino que además parte de la cultura se verá sensiblemente afectada. ¿Por qué? Porque una vez eliminados esos cientos de libreros y libreras que recomiendan autores o editoriales de las que no son masivas, ellos decidirán qué libros poner baratos y cuáles caros, cuáles comercializar y cuáles no, y seguramente habrá poco lugar en sus vidrieras (físicas o virtuales) para una gran parte de la diversidad cultural que se expresa a través de los libros. En síntesis, Amazon va a decidir qué quiere que se lea en Argentina.

    Como si hiciera falta más datos, apenas se conoció la intención de eliminar la ley, o al menos desregular el valor de los libros, hasta la cadena de librerías Cúspide y las grandes editoriales se pronunciaron en contra, dejando en claro que el único beneficiado si se llevan adelante los planes de Sturzenegger y sus amigos, será el “pulpo” Amazon, que poquito y nada tienen que ver con la cultura argentina.

     

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