Hoy asciende a 2600 el número de muertos palestinos y a 1400 el de israelíes desde la ofensiva de Hamás el sábado 7 de octubre. En 75 años de historia de guerras, hostilidades, ataques aislados, altos al fuego en la región, esto establece un punto de no retorno en las negociaciones por la distribución del territorio.
Tormenta Al-Aqsa” es el nombre de la operación que llevó a cabo Hamás en Israel, en la que no sólo lanzó 5000 misiles, sino también penetró por tierra 25 puntos fronterizos con 1200 soldados desde la Franja de Gaza. Esta iniciativa sin precedentes fue rápidamente contestada por el gobierno de Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí. Además de cortar el suministro de electricidad, combustible, medicamentos y comida al enclave, comenzó a bombardear constantemente sin mediar qué zonas afectaría. Incluso, la ONG Human Rights Watch (HRW) denunció al gobierno de Israel por utilizar misiles de fósforo blanco, prohibidos por la Convención de Ginebra, sobre Gaza y Líbano.
Este sangriento conflicto que lleva casi un centenar de años es enteramente motivado por el odio religioso en pos de la defensa de los intereses de los poderosos. Esta tarde, en diálogo con Al Jazeera, Daniel Ayalon, diplomático y político israelí, dijo que “en el desierto egipcio del Sinaí hay espacio infinito para los civiles de Gaza”, en referencia al enorme éxodo de los gazatíes para escapar de los bombardeos. “Por primera vez en Gaza se nos amenaza de esta manera, despreciando por completo la seguridad de los pacientes y de los propios hospitales”, denunció al medio Sputnik, Ahmad Kahlout, director del hospital Kamal Adwan.
El principal argumento en esta disputa religiosa sobre el territorio se da por quién controla Jerusalén. Para los judíos, es el lugar más sagrado ya que alberga el Muro de los Lamentos -también conocido como el Segundo Templo judío-. Para los musulmanes -tanto para sunitas como chiítas-, la Explanada de las Mezquitas es uno de los sitios más sagrados del islam, que tiene la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca. Ambas partes del conflicto poseen narrativas religiosas arraigadas que justifican sus reclamaciones sobre la tierra y su conexión histórica, forma parte de la identidad de los pueblos de la región. Es importante destacar que el conflicto palestino-israelí no es puramente religioso, sino que involucra una variedad de factores, incluyendo cuestiones políticas y territoriales que se han desarrollado con el correr de los años.
En el conjunto de Medio Oriente se está desarrollando una crisis humanitaria que tiene a la Comunidad Internacional en vilo y a la clase trabajadora de todo el mundo manifestándose en las calles contra la matanza indiscriminada de civiles; desde Ottawa hasta Roma, desde Buenos Aires hasta Nueva York, Milán y Estambul.
Incluso, ya son varios países de la Unión Europea, como Francia y Alemania, los que prohibieron las movilizaciones propalestinas, que hasta terminaron con algunos detenidos. Por otro lado, algunas organizaciones políticas como la Liga Árabe y la Unión Africana ya caracterizan los ataques israelíes como un “genocidio”.
serif;”>Tras el llamado de Khaled Meshaal, líder de Hamás, a “organizar un verdadero pogromo (matanza multitudinaria para con una determinada raza o religión) para los judíos por parte del yihad”, los enfrentamientos y ataques se extendieron a las fronteras circundantes a la Franja de Gaza. Hezbollah, que opera al sur de Líbano, envió misiles a Israel en apoyo a Hamás; hubo tiroteos en varias ciudades de Cisjordania y Egipto; además del bombardeo por parte de las Fuerzas Aéreas israelíes a los aeropuertos sirios de Damasco y Alepo, luego de que se supiera de las reuniones de Bashar al-Ássad, presidente sirio y su par iraní, Ebrahim Raisi, para discutir cómo apoyarán la resistencia palestina.
Por otro lado, también existe un indiscutible apoyo tanto político como financiero de Estados Unidos para con Israel. Desde el inicio de la contraofensiva el 8 de octubre, Joe Biden giró 8 mil millones de dólares a Netanyahu -aún con el peligro constante del cierre de su administración y la postergación de partidas presupuestarias a guerras en territorios ajenos, tras el comienzo de un nuevo período fiscal estadounidense el pasado 1° de octubre-. También, el envío de un portaaviones y militares para asistir al Estado sionista. Entre el jueves y viernes pasado arribaron a Tel Aviv Antony Blinken, secretario de Estado, y Lloyd Austin, secretario de Defensa, para discutir cuáles son las necesidades de cara a nuevas hostilidades.
No sería la primera vez que Estados Unidos financia el armamento de Israel. Parte crucial en la defensa del territorio está a cargo del “Domo de Hierro” y su versión móvil, desarrollados por la empresa de tecnología de guerra, Rafael Advanced Defense Systems. Están equipados con un escáner digital que monitorea el espacio aéreo, misiles que viajan a velocidades imperceptibles y sistemas de rastreo para detectar dónde caen los restos de las armas que neutraliza. Además de lanzadores livianos que se instalan sobre el chasis de un camión tracción 6×6 con 10 interceptores y un radar operativo de Battle Management & Control -conducción autónoma por navegación satelital-. Su creación implicó un préstamo de la Casa Blanca por 200 millones de dólares.
Tras su implementación “la gente tuvo de inmediato una sensación de seguridad, sin duda alguna. Se considera un aparato de defensa y no un arma de ataque y por lo tanto se aprecia como un importante logro tecnológico y defensivo”, opina Raanan Rein, historiador israelí y docente de la Universidad de Tel Aviv. Según los ingenieros que lo desarrollaron, resulta “efectivo en más del 90% de los casos”. Sin embargo, queda a la vista del mundo la falla sistemática del Domo en cuanto a defensa contra ataques masivos, teniendo en cuenta que su fabricante lo probó con 2000 proyectiles y, en esta ofensiva de Hamás, recibieron cerca de 5000.
La creación del Estado de Israel por parte de la ONU en 1948 y la cesión de territorios dentro del corazón de Medio Oriente, donde se encuentra Jerusalén – trajo consigo un plan de limpieza étnica sobre la población árabe.
No hay que olvidar que el gobierno de Netanyahu viene de una crisis interna y un descontento en torno a la reforma judicial que dejaría completamente supeditado al Poder Judicial por debajo del Poder Ejecutivo; que no sólo trajo movilizaciones multitudinarias en grandes urbes sino la amenaza de insumisión de un sector de élite de su propio ejército. Ahora, con un enemigo común externo consolidado, el Primer Ministro logró cerrar filas detrás suyo y poder operar su política interna sin mayores repercusiones.
La creación del Estado de Israel por parte de la ONU en 1948 y la cesión de territorios dentro del corazón de Medio Oriente, donde se encuentra Jerusalén -que para la religión judía se trata de la tierra prometida- trajo consigo un plan de limpieza étnica sobre la población árabe: desde el primer enfrentamiento, llamado el Día de la Nakba (o día del desastre) dejó un primer saldo de 700 mil palestinos desplazados entre Siria, Egipto y Jordania, hasta la operación “Acantilado Poderoso” en 2014 que dejó un saldo de 2300 palestinos muertos.
Esto no significa que grupos clericales como Hamás sean buenos para los palestinos, por el contrario, desde la toma del control por parte de esta fracción armada de Hermanos Musulmanes en 2007, la persecución interna también ha proliferado. Sin ir más lejos, el intento de destierro de la Organización Palestina para la Liberación, que trajo la discusión del reconocimiento de Israel como un Estado soberano y la cuestión de la autodeterminación de Palestina con criterios laicistas.
