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    El palacio, la calle y el show

    Con la aprobación en Senadores de la Ley Bases en el marco de una dura represión en los alrededores del Congreso, el régimen político le alcanzó un salvavidas a Milei.  El Gobierno infiltró la movilización para causar disturbios y acusar de “golpistas” a los manifestantes. Sigue habiendo 35 detenidos, a los que quieren imputar por sedición, sólo por el hecho de manifestarse. Se escribe una página nefasta en la historia de nuestro país.

    Ley Bases: una página negra en la historia

    “El de esta noche es un triunfo del pueblo argentino y el primer paso hacia la recuperación de nuestra grandeza”, fue lo que expresó el Gobierno mediante un comunicado tras la aprobación en el Senado de la Ley Bases. 

    Sin dudas se ha escrito una página en la historia argentina, pero no una de gloria que marcará un punto de inflexión dejando atrás la decadencia del país, como afirman los mileistas. Los registros audiovisuales de los discursos en el Senado, las declaraciones oficiales y las imágenes de la represión indiscriminada en la Plaza Congreso aparecerán en los documentales del futuro para recordar un momento nefasto y oscuro de nuestra historia. Un acto de traición y entrega de soberanía que se comparará con otros, como los acuerdos de libre mercado con Inglaterra fundacionales de nuestro país, el Pacto Roca Runciman, las privatizaciones de Menem, la “Ley Banelco” o el endeudamiento de Macri con el FMI. Y quizás (ojalá) el comienzo del fin del Gobierno de Milei.

    El palacio

    Hay momentos en que la democracia capitalista queda al desnudo ante la necesidad de cumplir su verdadera función. “Es la junta que administra los negocios del conjunto de los capitalistas”, definió Lenin en su célebre El Estado y la Revolución. Marx ya había explicado que la República democrática es “el sistema más estable” para defender el capitalismo, porque permite equilibrar los intereses de distintos sectores de la clase dominante, otorgándole mayor estabilidad. El marxismo moderno habla mucho de cómo el Estado capitalista oculta su carácter de clase detrás de un discurso contractualista del bien común.

    La gestión Milei venía dejando de lado estas veleidades, como si el mercado hablara directamente con su discurso fetichista y deshumanizante. Durante las últimas semanas, la polarizadora no-gestión libertaria, crisis de los alimentos y corrupción en Capital Humano mediante, había generado una gravísima crisis ministerial. Sólo la renegociación del swap con China, que evitó el desembolso de 5 mil millones de dólares (¿habrá tenido el peronismo algo que ver?) y ahora la aprobación de la Ley Bases pudo traer alivio al Gobierno.

    Ya hemos criticado en estas páginas el contenido reaccionario de la Ley Bases, la hipoteca durante 30 años de soberanía nacional que significa el RIGI y la reforma laboral reaccionaria y precarizadora, ahora nos centraremos en el método de su aprobación y la lucha contra su rechazo.

    El sistema político entero le tiró un salvavidas a Milei. Como ya habían anticipado los medios de comunicación, la votación terminó 36 – 36, lo que permitió que todo el protagonismo quedara en manos de la vicepresidenta, que terminó desempatando tras un discurso polarizador.

    El empate en la votación y el protagonismo de Villaruel.
    El empate en la votación y el protagonismo de Villaruel.

    Además de Lucila Crexell, que vendió su voto tras una negociación con Guillermo Francos en la que se le ofreció ser embajadora de la Unesco con un sueldo de más de diez mil dólares, las filas del peronismo denunciaron otras traiciones flagrantes. Carolina Moisés (Jujuy), Sandra Mendoza (Tucumán) y Guillermo Andrada (Catamarca), de Unión por la Patria, votaron a favor del RIGI. El corazón de la Ley Bases. La entrega de nuestros recursos y la condena al subdesarrollo redactada a imagen y necesidad del saqueo imperialista. Lobby en todo su esplendor.

    RIGI: Rogamos y nos Inclinamos para que nos Gobierne el Imperialismo

    El senado requiere la mitad más uno de sus miembros para sesionar. ¿No hubiera sido más efectivo para la oposición no sentarse y tratar de romper el quórum? Si no se conseguía que Lousteau no se siente, al menos se deslegitimaba la sesión. Un gran número de senadores ausentándose hubiera deslegitimado el debate de una ley contra el pueblo votada con la represión al pueblo.

    ¿El peronismo hizo todo lo que tuvo a su alcance para evitar que la Ley Bases se apruebe? ¿Por qué la CGT no convocó a un paro general y se movilizó si se definía el futuro del conjunto de la clase trabajadora? ¿Por qué el kirchnerismo no movilizó masivamente al Congreso a su “juventud maravillosa”? Quizás el quórum y los votos a favor del RIGI no se traten tanto de “traiciones individuales”, sino de algo bastante más siniestro. Como solía decir un periodista afín a la doctrina, “que no nos tomen por boludos”.

    La calle

    La represión empezó a las 17hs. Hasta entonces, la plaza estaba repleta de manifestantes de todas las edades que se movilizaron pacíficamente y, más allá de algunos empujones y ataques con gas pimienta de las fuerzas represivas, no había pasado demasiado. Aún no se había desatado el pandemónium que ocurrió depsués. Lo sé de primera mano, porque llegué al Congreso minutos antes del avance policial. 

    Hasta que comenzaron las provocaciones de infiltrados, la plaza estaba repleta de manifestantes pacíficos.
    Hasta que comenzaron las provocaciones de infiltrados, la plaza estaba repleta de manifestantes pacíficos.

    Me acerqué desde detrás del edificio, sobre la calle Rivadavia, todo lo que pude. Un cordón policial impedía que periodistas y vecinos que se habían acercado accedan a la Plaza de los dos Congresos. Ví desde atrás del cordón policial el momento en que se empezó a disparar gas lacrimógeno a la multitud y el avance del camión hidrante y las fuerzas represivas. Cuando dieron el primer paso, ya no pararían hasta desalojar la plaza completamente.

    El operativo desalojo se inició luego de que un grupo de encapuchados “misteriosos” provocó a la policía tirando las vallas y luego incendió un móvil de Cadena 3 ante la impasividad de los efectivos, que durante varios minutos observaron cómo estos policías con vestuario de manifestante encapuchado intentaban una y otra vez, mediante cartón y nafta oportunamente traída para la ocasión, que el auto se prenda fuego.

    Ley Bases: El derecho a morirse de hambre

    El periodista víctima del ataque relató en una entrevista radial que los agresores “estaban metidos, mezclados con las columnas”, pero no eran parte de ellas. “Cuando se armó todo el lío las columnas se abrieron y quedaron ellos solos”, relató el periodista. Más tarde se viralizaron fotos y videos en redes sociales en los que se veía a encapuchados pasar de un lado al otro de la valla policial, amablemente, junto a policías que les daban palmaditas en la espalda.

    Cuando empezó la represión empezamos a cantar contra contra el Gobierno y las fuerzas de seguridad, pero pronto fue imposible seguir haciéndolo. El aire se intoxicó de gas lacrimógeno y tuve que retirarme para no descomponerme. Me alejé hacia el sur y giré en la calle Adolfo Alsina, paralela a Hipólito Irigoyen, buscando alguna calle por la que ingresar a la Plaza y encontrarme con otros compañeros y compañeras.

    Allí me crucé con grupos de trabajadores y jóvenes que habían estado en las primeras filas ante la represión policial. La mayoría tenían los ojos irritados y las caras con una suerte de antifaz blanco de crema, untada para aminorar la quemazón producida por el ácido del arma represiva. Debajo, ojos irritados y la piel de la cara completamente roja. No estaban asustados, todo lo contrario, cantaban enérgicos y se sentían orgullosos de haber aguantado lo que pudieron la posición frente al avance policial. La Patria es lo que se está jugando.

    Finalmente, me uní a la columna de la Coordinadora por el cambio Social que retrocedía junto a algunas organizaciones de izquierda. Retrocedimos por la Avenida 9 de Julio mientras la policía nos persiguió con motos y tirándonos gas. No dejaron de disparar y amedrentarnos con las motos hasta la plaza Herrera, a 6 kilómetros del Congreso. 

    Horas más tarde, cerca de las 20hs, la policía reprimió los cacerolazos que se concentraron en distintas esquinas de la ciudad. El saldo fueron 35 manifestantes detenidos y varios heridos, con golpes, quemaduras en la cara y los ojos. A diferencia de otras veces, no hubo casi heridos de balas de goma. El objetivo era disolver la movilización acosando una y otra vez a los manifestantes. Las herramientas: disparos lacrimógenos, el amedrentamiento con motos y rociar violentamente gas pimienta en la cara a la gente. Las fuerzas represivas aprovecharon la composición de la marcha, gente movilizada pacíficamente, para controlar la situación sin exacerbar una violencia que podría haber generado una pérdida del control. 

    Un policía rocía con gas lacrimógeno a manifestantes que se protegen bajando al subte.
    Un policía rocía con gas lacrimógeno a manifestantes que se protegen bajando al subte.

    Los compañeros detenidos fueron encarcelados y quieren acusarlos de sedición. No hicieron más que manifestarse contra una vergonzosa entrega de nuestra soberanía y nuestros derechos. Con un montaje preparado, Milei vuelve a insistir con un quiebre reaccionario del régimen político que avasalle el derecho a la protesta. Todo salió según el plan del Gobierno.

    El show

    “Hoy vimos dos Argentinas. Una violenta, que incendia un auto, arroja piedras y que debate el ejercicio de la democracia. La otra Argentina, la de los trabajadores que están esperando con profundo dolor y sacrificio que se respete la votación que en noviembre eligió un cambio”. 

    La vicepresidenta, Victoria Villarruel, proyectó la voz de una manera impostada, como si se tratara de un guión largamente ensayado. Horas antes, la oficina del Presidente había felicitado a las fuerzas represivas y denunciado un “intento de golpe de Estado”. “La Oficina del Presidente felicita a las Fuerzas de Seguridad por su excelente accionar reprimiendo a los grupos terroristas que con palos, piedras e incluso granadas, intentaron perpetrar un golpe de Estado, atentando contra el normal funcionamiento del Congreso de la Nación Argentina”, decía el comunicado.

    La gendarmería, la policía federal, los infiltrados en la manifestación que incendiaron los autos, los senadores oficialistas, los “opositores” que no se levantaron de sus bancas, la CGT ausente, todos interpretaron su rol. Los manifestantes, la vanguardia indignada con la entrega, y los miles de opositores que siguieron los hechos por televisión, apreciamos con indignación el fin del primer acto de una obra macabra.

    Después de la Ley Bases: ¿y ahora qué?

    Aprobando la Ley Bases, el régimen político entero le tendió la mano a Milei para sacarlo de su crisis y otorgarle estabilidad. Los ataques contra el pueblo siguen siendo brutales. La crisis económica no se ha detenido y Milei no presenta todavía un motor económico que impulse un rebote que consolide su proyecto. La sociedad sacará concluciones de lo acontecido. Ahora o a medida que se vayan manifestando los efectos de estas reformas reaccionarias en la vida cotidiana. El núcleo duro de la población opositora se está enardeciendo. El respiro económico puede acabar más temprano que tarde y volver a traer incertidumbres en las filas oficialistas.

    “Hay que tomar la historia tal como se presenta y, cuando ésta permite ultrajes tan escandalosos y sucios, debemos combatirla con los puños”, escribió una vez, ya en el exilio, el revolucionario ruso León Trotsky. No hay otro camino que sacar las conclusiones pertinentes, reagruparse y resistir.

     

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