¿Debemos tomar en serio que un grupo de seguidores fanáticos del oficialismo se autoproclamen “el brazo armado” de Javier Milei?
Con una estética inspirada en regímenes autoritarios y discursos que exaltaron la violencia, “Las Fuerzas del Cielo” se presentaron como el ala militante de Javier Milei. Daniel Parisini, alias “Gordo Dan”, proclamó que serán la “guardia pretoriana” del Gobierno libertario. Las referencias fascistas y los llamados a la acción no deben ser tomados a la ligera.
Las similitudes entre el acto de este sábado 16 de noviembre en San Miguel, evento inaugural de la agrupación “Las fuerzas del cielo”, y la liturgia nazi-fascista es algo que salta a la vista a cualquiera que observe las fotos del evento, más no sea superficialmente
Detrás del escenario colgaron largas banderas rojas estilo estandarte con marco blanco y letras doradas con clásicas consignas de la ultraderecha: “Propiedad”, “libertad”, “vida”, “Dios”, “patria” y “familia”. Además, los estandartes estaban adornados con la cruz orlada, que es muy similar a la cruz de hierro utilizada por los partidarios de Adolf Hitler.
En una de las banderas junto al atril principal se lee: “Argentina será el faro que ilumina el mundo“. Más allá del error de tiempo verbal, el contenido de esta consigna fue relacionado en el portal La Política Online con el Faro del Duce, la “Rocca delle Caminate” que Mussolini convirtió en su residencia veraniega en la región de Emilia-Romagna.
La estética de la actividad, montada especialmente para provocar y no pasar desapercibida, a la suerte de un bait de twitter, fue el plafón de una serie de discursos reaccionarios con los que, uno tras otro, los oradores acompañaron los vitoreos y arengas del público.
La puesta en escena ultranazi pareciera un intento deliberado de alejar la imagen de la militancia libertaria lo más posible de la que todos tenemos de ellos: unos “nenes bien” que bardean en las redes pero son blanditos en el cara a cara. Recordemos la repercusión de Fran Fijap, huyendo desparvorido de la multitud tras provocar en la marcha universitaria, o el más reciente Juan Carlos Siber Guerrero (@LaPistarini), “comiéndose los mocos” en un avión frente a Dillom tras haberlo insultado por Twitter. Ambos casos desencadenaron una enorme catarata de memes ridiculizando a los tuiteros libertarios. La difusión de un video de Santiago Caputo practicando tiro tras la humillación a Fran Fijap en la marcha universitaria va en el mismo sentido: un intento de mostrarse “malotes”.
Entre los asistentes destacaron Agustín Laje, el teórico de la nueva ultraderecha, el diputado Agustín Romo, Nahuel Sotelo, Santiago Santurio, y el influencer Daniel Parisini, conocido como “Gordo Dan”, quien protagonizó el discurso central y más polémico de la noche.
Bailando bajo la miseria: Creamfields the recession fest – resistenciaonline.com
“La agrupación Fuerzas del Cielo que se está formando es el brazo armado de La Libertad Avanza, es la guardia pretoriana del presidente Javier Milei, somos sus soldados más leales, los que estuvieron desde el principio y van a estar hasta el final, defendiendo el proyecto de país de nuestro líder, Javier Milei, y defendiendo sus ideales”, exclamó el Gordo Dan, entre vitoreos del público, durante su discurso.
Parisini sostuvo que “con las redes no alcanza”, por lo que llamó a “ocupar todos los espacios”, y aseguró que una parte importante de su misión es mantener “bien alejados a los zurdos degenerados de nuestras familias y nuestros hijos“.
Pero más allá de la liturgia extremista, e incluso de exabruptos discursivos como éste u otros, (recordemos cuando Agustín Laje dijo sentirse regocijado por cada bala incrustada en el cuerpo de un zurdo) ¿debemos considerar seriamente como una amenaza real que estos sectores creen una fuerza de choque violenta extra institucional?
¿Hay que tomar en serio los gestos fascistas de los militantes de La Libertad Avanza?
Recuerdo que Pablo Semán, uno de los que primero advirtió la pregnancia del fenómeno Milei entre amplios sectores de la juventud, criticaba una suerte de “negación” en la dirigencia política ante el fenómeno milei. “No creían que estuviera sucediendo, luego no creyeron que hubiera sucedido y ahora no quieren creer que esto haya llegado para quedarse”, decía.
Entre los sectores politizados afines al progresismo o el kirchnerismo se escuchaban frases como “el Congreso no le va a dejar hacer lo que quiere”, o “la gente lo votó solamente por bronca, pero no acuerda con su programa”. En el campo de la izquierda en particular, la mayoría de las corrientes gastaron más tiempo en explicar que Milei “no era fascista” que en preparar sus militantes para lo que se venía. La lógica era un razonamiento sectario: si es fascista estoy obligado a votar en contra de que llegue al poder y aliarme con el peronismo, que es mi adversario inmediato, por lo tanto, no me conviene decirle fascista.
Claro que cualquier categoría política está sujeta a sus determinaciones históricas. El fascismo del siglo XX se caracterizó por apoyarse en sectores de masas para avanzar con métodos violentos extrainstitucionales contra distintos colectivos que tomaron como blanco de la frustración social.
Hitler tuvo un ejército de miles de hombres armados antes de llegar al poder. La humillación de Alemania provocada por el pacto de Versalles, un arreglo que estableció una condena económica sobre el país tras perder la Primera Guerra Mundial, encontró su chivo expiatorio en los judíos y los comunistas, a quienes los nazis culparon de ser un “enemigo interno” contra el que organizaron matanzas y golpizas. El nazismo contaba con un mundo en guerra y amplias franjas de la población que habían participado de batallas, tenían armamento y experiencia guerrerista.
Loco te juro que nosotros somos los buenos jsjs pic.twitter.com/Ais6rQPTRO
— ElBuni (@therealbuni) November 17, 2024
La ultraderecha actual ha encontrado una vía de acceso al poder mediante elecciones democráticas, agrupándose alrededor de líderes carismáticos que se proyectan como candidaturas electorales sobre el fracaso de las variantes progresistas o neo reformistas para dar respuesta a un sistema que cada vez genera más hambre y pobreza. Representan el ala de extrema derecha de la democracia republicana, proponiendo un capitalismo de “ganadores y perdedores” que es visto más “sincero” que un progresismo que vende derechos ciudadanos mientras empeora las condiciones de vida de las masas.
Sin embargo, representan una amenaza categórica al método institucional que los ha llevado al poder. Ya que, para hacer pagar los platos rotos de la crisis a sus adversarios, no siempre alcanza el consenso. Por eso Bolsonaro y Trump han creado movimientos que se atrevieron a desafiar a las instituciones democráticas desconociendo resultados electorales.
La hipótesis de que Milei desborde el régimen institucional por derecha, algo que se veía probable por su escaso peso en el Parlamento, no se ha dado. Ocurrió que las instituciones se corrieron, adaptándose a sus necesidades y la tensión reaccionaria de su programa. Le aprobaron la Ley Bases, le permitieron aplicar sus DNUs y ni siquiera los sindicatos han representado demasiado obstáculo al avance de su programa de privatización y ajuste. Por otra parte, la Ley Bases, el RIGI y la reforma electoral que se quiere impulsar en las próximas sesiones representan un cambio estructural en las “reglas del juego” de la democracia argentina, habilitando el financiamiento privado ilimitado y estableciendo fuertes límites a la presentación electoral.
La mayoría de los analistas descartan que haya un estallido social a la vuelta de la esquina. Milei ha logrado controlar la inflación y el triunfo de Trump parece darle aire en el terreno ideológico. A pesar de todo, la crisis entre los sectores populares es brutal y Argentina es un país en el que nunca se sabe cuándo los vientos pueden cambiar de frente.
Trump y Bolsonaro usaron las palancas del poder para crear sus núcleos de activistas y fuerzas de choque, que luego lanzaron al combate para intentar realizar golpes de Estado cuando perdieron las elecciones. La declaración pública de un líder mileísta que se autoproclama “brazo armado” del Gobierno, “guardia pretoriana” de Javier Milei, y “fuerza de choque contra los zurdos” no debe ser tomada a la ligera.